II. La hipótesis del
Contramito
Una posibilidad para tratar de responder a
los cuestionamientos planteados es tal vez la necesidad de diferenciarse -a la
manera de contramito- de las civilizaciones mesopotámicas y su mito de origen
en la montana Anki (An: cielo; Ki: tierra). Los pueblos mesopotámicos
reconstituían Ia fractura primignia alrededor del ziggurat, la montana cósmica.
Una primera señal está dada en el mito de
los hermanos Abel y Caín. El primero pastor, el segundo agricultor. Yahvé prefiere las ofrendas de
Abel a las de su hermano (Gen. 4, 4-5), causando la irritación de Caín y Ia
muerte de Abel.
Como señala Eliade (9) en
el episodio se puede entrever la oposición de agricultores y pastores. Además
el nombre de Abel (soplo) significa la idea de "apacentar"; el de
Caín, "herrero".
Por un lado el enfrentamiento revela la
preferencia de Yahvé por los pastores y Ia situación ambivalente del herrero en
las sociedades pastoriles: a veces despreciado mas temido y respetado.
Pero ambas actividades están ligadas al seno
de la Madre Tierra y la Naturaleza, y, por lo tanto a lo femenino. Caín se
convierte en constructor de ciudades (Gen. 4,17).
Se deduce entonces que el mito encarna la
oposición entre la vida nómade y pastoril de los primeros hebreos y la vida de
las ciudades, agrícola, donde todo giraba en torno al ziggurat, Ia montaña cósmica, centro del mundo.
A
diferencia del hebreo, el hombre mesopotámico no carga sobre si la culpa de
haber malogrado la perfecci6n de la obra divina, sufriendo la expulsión del
edén. La fractura original puede ser reintegrada mediante los ritos
-especialmente el de Año Nuevo- y no se ve arrastrado hacia un alejamiento de
lo divino en una tierra desacralizada ya que "sabe que forma parte de un
universo unificado por las homologías; vive en una ciudad que constituye una
"imago mundi", cuyos templos y ziggurat representan unos "centros
del mundo" y, en consecuencia, aseguran Ia comunicaci6n con el cielo y con
los dioses (...) dicho de otro modo, el hombre no vive en un mundo cerrado,
separado de los dioses, completamente aislado de los ritmos cósmicos. (9)
Si esta hipótesis es correcta todos los episodios
donde el símbolo aparece reflejarían este proceso de diferenciación.
Babel y el area iris
Es la montaña cósmica, construida por el
hombre, y destruida por la ira de Yahvé en el episodio de la torre de Babel
(Gen. 11) donde se construye la ciudad y el ziggurat. Aquí se confirma lo
anterior: Ia obra del hombre no puede llegar a la divinidad; es un orgullo
insensato y es tornado por los comentaristas como una condena a la civilizaci6n
urbana, reafirmando la asociación con Caín.
Por otro lado, el símbolo de la montaña es
degradado y remite al pecado original cometido en el Edén y la subsiguiente
expulsión de los pecadores. Babel está referida a Babilonia: 'bab-ilani, puerta
de los dioses", Babel se
explica por Bll "embrollar" (por eso se llamó
Babel, por que se embrolló, Gen 11,9). El ziggurat deja de ser la "puerta
de los dioses" para transformarse en el lugar del embrollo".
En un Haggadah muy posterior se dice:
"Adán fue un intento de ofrenda al mundo y Eva lo profanó" (17) El
episodio es similar: Eva tomo del fruto prohibido violentando la voluntad divina.
Los hombres constructores del ziggurat también, ya que el hombre no podía par
si mismo establecer una unión con lo divino. Esta había sido la primera alianza
luego del episodio del diluvio.
El relato anterior a la torre de Babel, en
Gen. 9 se refiere al nuevo orden del mundo luego del diluvio. Dios hace un pacto
con Noé, cuyo descendientes repoblaran la tierra anegada por las aguas del
diluvio. La señal y garantía del pacto entre Dios y toda la creación es el arco
iris. ("Esta es la señal de la alianza que he establecido entre yo y toda
carne que existe sobre la tierra", Gen. 9, 17.)
El arco iris también representa un símbolo
de unión entre lo celeste y lo terrestre; además incluye los siete colores, por
lo tanto representa un símbolo de totalidad aunando lo masculino y lo femenino.
Pero a diferencia de la montaña sagrada o de su equivalente, el ziggurat, no es
construido por el hombre ni es factible ascender a través de él. Sólo la Deidad
lo puede establecer; por lo tanto queda sancionada, en esta tradición, la imposibilidad
del hombre de ascender por su propio esfuerzo hacia la divinidad, dependiendo
de su voluntad.
El intento de Babel de acercarse es tomado
como una muestra de orgullo titánico y provoca la confusión de lenguas. La
lengua única se diversifica, marcando el
paso simbólico de la unidad a la multiplicidad, la pérdida de la unidad
originaria representada par la androginia de la montaña primordial.
Esta unidad era restaurada en la fiesta del
Año Nuevo entre los mesopotámicos -como se señaló en la primera parte de este
trabajo- con el hierosgamos entre el rey y la hieródula, renovando al mundo.
Esta concepción circular del tiempo, proveniente de la experiencia de la
agricultura (nacimiento, muerte, renacer) está ligada a lo femenino, a su
fecundidad, y a su intervención en la
domesticación de la plantas, ideas asociadas a la tierra.
En cambia, en la concepción judeo-cristiana,
esta regeneración se proyecta a un solo y único acto en el futuro mientras que
en la concepción profética y mesiánica el tiempo es irreversible y lineal. La
historia muestra las distintas etapas de la voluntad de Yahvé para con su
pueblo y, tendía a corregir -si era negativa-su actuación.
La Montana y la Teofania
Dios entraba en la historia, revelándose en
una nueva dimensión: la teofanía. El tiempo circular (agrícola, ligado a lo femenino)
ha sido transformado en un tiempo lineal asociado a lo masculino, el tiempo de
Yahvé, el Dios histórico.
Lo femenino es borrado de la imagen de Yahvè, pero encontrarà
posteriormente su Iugar en su esposa, el pueblo de Israel. Pero este, con sus
devaneos -como veremos más abajo-, no tardará en ser lo femenino degradado; ya
no es la hieródula unida en hierosgamos en la cima de la montaña, sino la
prostituta engañando a su Dios regresando a los cultos anteriores.
La montaña pasa a ser el lugar de la teofanía,
como en la revelación de Moisés, pero paradójicamente es también el Iugar de
castigo, como ocurre con el mayor de los profetas, que, junto con su hermano
Aaron, son castigados por Yahvé. En el episodio relatado en Num. 20. 8-12, Moisés
hace brotar agua de una peña por orden de Yahvé, pero en Iugar de hacerlo según
el modo ordenado por la voluntad divina, elige golpear la roca con su vara.
Este acto personal, contrariando la voluntad
divina, ocasiona la represalia de Yahvé y marca el modelo ejemplar (coherente
con el de Babel): el hombre no puede actuar por si mismo sino sólo obedeciendo
a la voluntad divina; el castigo también es ejemplar: ambos no llegarán a la
tierra prometida; el lugar de la reprimenda es el mismo de la teofanía: Aaron
en la montaña Hor (Num.22,28. Moises en el Monte Nebo DT.34)
El símbolo de unión del cielo y la tierra y
de la posibilidad del hombre de la reintegración del ciclo cósmico es degradado
en el símbolo del castigo de la vanidad del hombre al desobedecer la ley de
Dios. (continúa en la 4º y última parte)
No hay comentarios:
Publicar un comentario