viernes, 3 de diciembre de 2021

Los Puntos Galácticos El Eon de Piscis, el Cristianismo (2º parte)

 





La Era de Piscis

 

 

Período Piscis (11- 189.583 aprox)

 

 

 

Al tratar el período de Piscis de la era de Aries, señalé una serie de hechos históricos que, según el historiador Morris Berman, crearon las condiciones para el advenimiento del Cristianismo. Berman comenta: “como muchos eruditos lo han reconocido, la tensión de la helenización vs. Halacha fue la que preparó el escenario para el surgimiento del Cristianismo”.[1]

 

Además en esta transición se anticipaban los temas propios del Eón de Piscis: 1) aparición de la figura del adversario de Dios: Satán. 2) la literatura apocalíptica interpretando los hechos de ese momento en base a profecías “anteriores”. 3) inminencia del fin de los tiempos y el juicio divino.

 

Ya en el nuevo Eón y en el contexto propiamente judío, estas dos tendencias –representadas por los peces enfrentados- se reflejan en aquellos que se adaptaban a las costumbres paganas y su dominio político (pez occidental) y en la Halacha que se resistía tanto a la cultura como a la política foránea, (pez vertical). A su vez estos se subidividían en aquellos que acordaban con el poder político (fariseos) y los que directamente se apartaban (esenios).

 

Desde el punto de vista junguiano nos encontraríamos con las tendencias opuestas de extraversión (clase alta judía helenizada) e introversión (esenios) y un punto intermedio en los fariseos.

 

A través de Juan el Bautista –quien se cree pudo haber vivido unos años con los esenios- Jesús tiene afinidad con esa rama del judaísmo que buscaba recuperar el espíritu de la ley, renovando la costumbre rígida y desvitalizada.

 

Elaine Pagels comenta: “Jesús advierte que la llegada del juicio final haría zozobrar el mundo social y político. Entonces “muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros (Mateo 19,30) y la llegada del reino se mostrará ante los que entonces eran “despreciados y rechazados”.[2]

 

Las ideas proclamadas por el rabí Jesús en su ministerio ya en el Eón de Piscis le corresponden simbólicamente, en especial el pez vertical : el abandono de lo material- ritual en aras de lo espiritual;  la ayuda al prójimo, el advenimiento del Juicio Final y el reconocimiento de los marginados. Además los símbolos que luego identificarán a sus seguidores: los apóstoles pescadores y pescadores de hombres, el bautismo en las “piscinas”, los discípulos como “pececillos”, el pez como señal de reconocimiento, etc.

 

Pero como vimos el Eón de Piscis está dominado por el mitema de los hermanos rivales[3], sus seguidores pasaron a ser una secta de las muchas que existían dentro del judaísmo, aunadas por la observancia de la Torá, más allá de sus concepciones diferentes. Paul Johnson comenta: “para muchas personas seguramente era poco más que una secta judía piadosa y humilde, inclinada a la caridad, a compartir los bienes, a reverenciar a un Jefe injustamente tratado, y dotado de un mensaje apocalíptico.”[4]

 

Johnson nos confirma en su descripción las características asociadas a Piscis. En el mismo texto, nos comenta que el cristianismo incipiente era atacado por algunos sectores de la ortodoxia, poniendo límites a su acción. El movimiento entero corría el peligro de ser detenido primero y luego reabsorbido, por ello la expansión del mensaje a los gentiles comenzará a cobrar una importancia fundamental.

 

En ese contexto aparece la figura de Pablo de Tarso, quien será el propulsor de esta expansión –resistida por la ortodoxia del Templo- y el primer teólogo del Cristianismo.

 

Al igual que en la división anterior entre los radicales esenios y los “helenizados”, con un punto intermedio encarnado por los fariseos, el Cristianismo inicial se había dividido entre los hebreos y los helenistas.

 

Los “hebreos” eran más conservadores y legalistas, a pesar de que esperaban la parusía, la segunda venida de Cristo. Seguían con fidelidad el código judío de las prescripciones rituales y representaban “mejor que nadie el movimiento llamado judeo-cristianismo.”[5] En cambio, los helenizados no tenían gran estima por el culto celebrado en el Templo. Los helenistas eran un pequeño grupo residente en Jerusalem, luego expandido entre los judíos de la diáspora y en la comunidad pagana de Antioquia donde surgió por primera la designación de “cristianos”. Allí se tradujo el término “mesías” al griego Cristos y terminó por convertirse en nombre propio. Se produce la conjunción del mesianismo judío con la religiosidad y pensamiento griego, decisivas para la evolución posterior del cristianismo. Eliade comenta: “mérito inapreciable de Pablo, fue el haber captado los supuestos del problema y haber tenido el coraje de combatir incansablemente por imponer la única solución que estimaba justa y coherente”.[6]

 

Pablo, por un lado, nos muestra en sí mismo el carácter arquetípico dual representado en el tema de los hermanos rivales del Eón de Piscis. Primero perseguidor de los cristianos, aprobando la lapidación de Esteban, el primer mártir de la fe cristiana (Hechos, 8,1). Luego en un violento giro hacia el opuesto, se transforma en el más vigoroso defensor luego de su visión de Jesús en camino a Damasco. Allí establece una participación mística con la figura de Cristo. Paul Johnson data esta revelación dos años después de la lapidación de Esteban en el 36, o sea en el 38. La coincidencia significativa está dada por el A.S.P.(4º 31’ Piscis) en oposición al S.C.G.(4º 20’ Virgo, orbe 11’), que coincide también con la época de la crucifixión (ver más abajo), mostrando la visión reveladora. Además está en cuadratura  inferior al Apex en 4º 59’ de Sagitario (orbe 28’). Este suceso es  el germen de la división posterior entre judeocristianos y cristianos, dada la idea de Pablo de ampliar el círculo a los gentiles (Apex, Sagitario). Esto parece concordar con lo expresado por Tierney acerca de la cuadratura inferior: “La vida nos forzará a apartarnos de las respuestas habituales desarrolladas en el pasado (...)que ya no pueden nutrir ni apoya emocionalmente nuestro desarrollo. Ahora necesitamos establecer un nuevo sistema de apoyo o base vital de operaciones para nosotros mismos, sugiriendo el abandono  de los símbolos de seguridad previos.”[7] Este aspecto es el mismo que en el período anterior en la era de Aries coincidía con la separación entre Esenios y Fariseos.

 

La reflexión paulina sobre su propia vivencia parece confirmarlo. Su identificación mística con Cristo, ritualizado en el bautismo, equivale a la salvación. La redención era un don gratuito de Dios y no un producto de la observancia de la Ley (cambio del ritual de Sagitario por el Don del mismo arquetipo); estar bajo ella supone permanecer “esclavizado a los elementos del mundo” (Gal. 4,3). La redención, por otra parte, era indistinta tanto para los judíos o paganos, esclavos o libres (1Cor. 12,13) (Piscis).

 

Estas ideas tensionaron al máximo la relación con los judeo-cristianos de Jerusalem, constelando, una vez más, ahora en el exterior, el arquetipo de los hermanos rivales, pero la separación se dará a partir del año 80. Por otro lado aparece en Pablo- como anteriormente en Jesús- la experiencia mística, la disolución de la conciencia en el arquetipo de la Totalidad, expresado en el lenguaje moderno, asociado astrológicamente al Eón de Piscis (Cristo) , según fundamenta Jung en Aión. De allí la idea “nos bautizaron con el único Espíritu” (1Cor. 12,13).

 

Otro elemento vinculado a Piscis, es la inclusión del enthousiasmus dionisíaco, a través del carisma, concesión hecha a los griegos, transformada en los dones del Espíritu Santo. Estos incluían: el don de sanar, el poder de realizar milagros, la profecía, el don de interpretar lenguas (todos ellos vinculados a Piscis y Sagitario en la profecía).

 

Pablo los jerarquiza en apóstol, profeta y doctores. Luego agrega un camino excepcional: “ya puedo  hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles que si no tengo amor, no paso de ser una campana ruidos o unos platillos estridentes. Ya puedo hablar inspirado y penetrar todo secreto y todo el saber, ya puedo tener toda fe, hasta mover montañas, que si no tengo amor , no soy nada” (1Cor. 12, 31; 13,1-13). Pablo escribe intentando corregir las tendencias extáticas dionisíacas que llevaban al libertinaje (1Cor., 6,12-15-18), a la “vanitas mundana” y a la “voluptas terrena”, el lado oscuro del arquetipo Piscis y de la diosa madre y el amor que le diera forma: Atagartis vinculada por Jung[8] con Ishtar, Astarté y Afrodita, “ésta como Venus planetaria tiene su exaltación en Piscis”.[9]

 

Pablo apela al lado luminoso del Amor. Podríamos relacionar esta reflexión paulina con su vivencia mística relatada en al segunda carta a los Corintios (12,1-11) donde es arrebatado al tercer cielo. Entre los gnósticos y en el misticismo astral que utilizan el orden caldeo, este cielo corresponde a Venus. Pablo, como lo muestra  en Colosenses (2, 14-15) donde Cristo libera de la “nota escrita” de los arcontes planetarios, podría haber estado en conocimiento de este orden.

 

No sería la única concesión al gnosticismo. Eliade señala en 1Corintios (47,48): “el primer hombre salió del polvo de la tierra, el segundo procede del cielo. El hombre de la tierra fue el modelo de los hombres terrenos, el hombre del cielo es el modelo de los celestes”. El erudito rumano muestra en este texto como hace suya la idea dualista (también en 1Cor,14-15) fundamental en el gnosticismo de un hombre “psíquico” inferior opuesto a un “hombre espiritual”.[10]

 

Es justamente el gnosticismo el gran rival, el hermano contendiente que ya Pablo percibía y que dará lugar a las violentas contiendas del período de Aries.

 

Antes de pasar a ese período veamos la incidencia del ingreso del C.G. a Sagitario alrededor del 80. En ese lapso de tiempo mediando entre los 75/80 se empiezan a escribir los primeros textos, el primero el Evangelio de Marcos, que para esos años alcanza su versión definitiva (había sido publicado  entre los helenistas un cuarto de siglo antes). De los mismos años se considera la Epístola a Santiago.

 

El Evangelio según Lucas y los Hechos de los Apóstoles vienen a la luz entre el 80 y el 85, y el de Mateo entre el 85 y el 95. La división entre la religión del dios de Israel (Aries- Escorpio) y su hijo (Piscis- Sagitario) se estaba gestando. El historiador de las religiones Etienne Trocmé concluye: “la separación se ha producido ya y es admitida por todos. Pero ambas religiones han entrado en competencia y el evangelista se esfuerza por armar a la más joven para esa competición, asegurándole sus derechos a la herencia de la otra.”[11]

 

Alrededor del 85, las autoridades judías ortodoxas anatematizaron a su joven retoño: “que los nazarenos y los herejes sean destruidos rápidamente y apartados del libro de la vida”, este juicio fue incorporado a la liturgia de las sinagogas, mostrando los valores del Eón de Aries-Escorpio. Pero como afirma Paul Johnson al comentar este juicio de la ortodoxia: “la herejía fue otro regalo judaico a la iglesia Cristiana, donde pronto comenzó a florecer lujuriosamente”.[12] Hacia el 125, el C.G.(0º 28’Sagitario) hace su primer aspecto con el A.S.P. (19º 9’, Piscis, orbe 41’) 108º, de la serie creativa del quintil. En ese momento se crea la Apología cristiana, un nuevo género literario donde se intentaba inscribir al cristianismo naciente como en el contexto de la mejor tradición griega constituyendo la filosofía más completa.

 

Volviendo al año 85, en él nace el primer crítico y hereje expulsado de la Iglesia Cristiana, Marción, de la escuela paulina y su más grande adepto teológico. Para él, el Dios del Antiguo Testamento no podía ser el padre de Jesucristo. “El Dios del Antiguo Testamento era intolerante, celoso, duro, cruel, belicoso y feroz (...) Para él era una enormidad castigar en los hijos los pecados de los padres, y hacer sufrir a los inocentes por los culpables. Por consiguiente, pedía que se destronara a Yahvé, o por lo menos que se limitaran sus atributos.”[13]

 

Marción percibía en realidad al Dios del Eón Piscis- Sagitario, un “Dios superior, o Dios Redentor, al que calificaba de un Dios extraño, desconocido. Lo enfrentaba al Dios inferior de este mundo”. El Dios superior  le parecía la “bienaventuranza y la perennidad, que no se pone dificultades a sí misma ni a nadie”. Su hijo era Cristo, que no tenía nada de terrenal, ni carne ni cuerpo. ¿Cómo iba a manifestarse pues, la substancia del Dios Superior en este mundo? Por lo tanto (...) el Padre y el Hijo eran lo mismo, como el Hijo y el Evangelio. El espíritu vive de espíritu y engendra espíritu”.[14]

 

Sin embargo desde el punto de vista observado, el joven Jesús captó a su padre del Eón Aries-Escorpio diferente al planteado por Marción. Siendo el cordero del sacrificio, marcando el paso al nuevo Eón y a la nueva concepción del más alto valor psicológico del hombre (definición de Dios para Jung). La pregunta surgida es si habría ocurrido algún fenómeno sincronístico, involucrando a algún punto galáctico, que denote este pasaje?.

 

Si tomamos la crucifixión de Jesús hacia el año 30 (se la calcula entre el 28 y el 30), nos encontramos que el A.S.P. estaría en 3º 14’ de Piscis haciendo oposición  al S.C.G. en 4º 13 de Virgo (orbe 59’). ¿Será el S.C.G., el Dios extraño, desconocido de Marción?.

 

Si consideramos las especulaciones medievales, recogidas por Jung en Aión para amplificar el tema de los hermanos rivales, sobre la pretérita carta de Jesús, basada en la conjunción Júpiter- Saturno en Piscis, del 27 de Mayo del –6 (Jung toma el 29), utilizada también por Hiriart Corda[15] y con la cual también trabajé en Utopías del Renacimiento (2º parte, en el Congreso de GEA 2003) -agregándole los planetas transaturninos para mostrar la curiosa y peculiar coincidencia de la carta con la descripción de la imagen arquetípica brindada por los evangelios- llegamos a una llamativa configuración.

 

El Sol está en Géminis (hermanos rivales) en 2º 06’ y el eje MC/FC en 3º 48 de Sagitario- Géminis. Superponiendo la posición de los puntos galácticos sobre la carta en el momento de la crucifixión (utilizando el orbe de Harvey de 2º) nos encontramos con que se forma una Cruz Cósmica-Galáctica entre el A.S.P. en 3º 14’ en conjunción con Urano (5º 46’ de Piscis); el Sol y el FC en Géminis (2º 06’ y 3º 48’); el S.C.G. en Virgo (4º 13’, Plutón está en 7º 16) y el Apex en Sagitario (4º 53’) en conjunción al MC (3º 48’).

 

Esta configuración parece coincidir con mayor precisión con los ideales del Cristianismo inicial: una religión que llama a la  liberación de las ataduras del mundo (A.S.P. Urano en Piscis), del temor a la muerte (Plutón) trascendiendo a un reino “que no es de este mundo” (S.C.G.; Apex), debiendo vencer para ello al hermano rival, el “príncipe de este mundo” (Sol ,Géminis FC).

 

En la identificación mística de Pablo con Cristo, a través de su visión, se extiende este aspecto de S.C.G., pero, como plantearía Eliade, el estado inicial, “la perfección de los comienzos”, en el illo tempore (aquel tiempo), comienza a sufrir  la degradación del tiempo. (Continuará en la 3º parte).

 

 



[1] Berman M., loc. Cit, Pág. 152

[2] Pagels E., Adán, Eva y la Serpiente, Crítica, España, 1990, Pág. 31.

[3] Como desarrollé en “Jung y el Proceso de Individuación”, el signo correspondiente al Nadir, el punto más oscuro, la medianoche corresponde a la sombra junguiana, que por otro lado siendo la casa IV corresponde al origen y raíz del proceso desarrollado por el Yo-Ascendente. En el caso de Piscis tenemos a Géminis: los hermanos, dada sus posición en la zona oscura (el Inconsciente psicológico) se trata de los rivales expresados en diferentes y opuestos puntos de vista. Sobre este punto volveré más adelante al tratar el período Géminis.

[4] Johnson P., Historia del Cristianismo, Vergara, Bs. As., 1989, Pág. 49.

[5] Eliade M., loc. Cit, Pág. 336.

[6] Eliade M., ibid. Pág. 337.

[7] Tierney B., Dinámica y  Análisis de los Aspectos, Revista Mercurio Nº 31 especial, España, 1990, Pág. 38.

[8] Jung C.G., Aión, loc.cit., 121.

[9] Ibid., Pág., 121

[10] Eliade M, loc.cit., Pág. 341

[11]  Trocmé E., en Historia de las Religiones, Siglo XXI, tomo 5,  México, 1986, Pág. 273

[12] Johnson P., loc. Cit, Pág. 59.

[13] Gontard F., Historia de los Papas, tomo I, Compañía Gral. Fabril Editora, Bs. As., 1961, Pág. 100.

 

[14]  ibid. Pág. 100.

[15] Hiriart Corda, Defensa de mi Tesis sobre fecha del Nacimiento de Jesucristo, en Astrología 88, CABA, Bs. As., 1982, Pág. 34/35.


No hay comentarios: