sábado, 31 de mayo de 2014

Sobre la Música


Rescaté este breve artículo de una página de Internet (Buscadores de la Verdad en Facebook), desconozco la autoría.  Es una interesante descripción, en términos junguianos, de la experiencia de la función de la Sensación Introvertida y su conexión con los niveles más profundos de lo psicoideo, la zona limítrofe entre lo corporal y lo psíquico. (al final de él agrego un breve comentario sobre la base arquetípica desde el simbolismo astrológico)

    Dado que el desarrollo de esta función es raro, en nuestra cultura occidental, debido la hipertrofia de su contraparte extravertida, como lo describe magistralmente Heiddeger: el hombre occidental "perdido en el objeto"; no es fácil encontrar ejemplos de su accionar más profundo, conociéndose en la literatura junguiana más que nada su funcionamiento inferior (como contrapartida de la función superior de intuición extrovertida y sus preocupaciones obsesivas por la salud física, sexualidad, financieras, los temores a la enfermedad, etc.)
  Como toda función introvertida, en conexión con el Inconsciente Colectivo, su experiencia es vivenciada en una forma numinosa, "mistica", fuera de las coordenadas de la Consciencia Colectiva, el cuerpo y las percepciones físicas adquieren un carácter diferente a lo habitual, incluso prescindiendo de ellas en algunos casos como el poesta Tao Yuanming citado en el artículo. Al final de la nota expondré un visión,  sobre la experiencia de Glenn Gould, desde el simbolismo astrológico y su interrelación con la función de sensación.

SOBRE LA MÜSICA

Un día en que se ejercitaba al piano, el joven Glenn Gould –contaba a la sazón catorce años-hizo un descubrimiento memorable. La asistenta que estaba limpiando la habitación puso de repente el aspirador en marcha, muy cerca del piano. El ensordecedor ruido mecánico obliteró de inmediato el sonido de la música, pero, para gran asombro del pianista, esta situación no le resultó en absoluto desagradable. Dejó de oír lo que interpretaba; en cambio, le resultó de repente posible seguir su música desde el propio interior de su cuerpo, gracias a una conciencia más aguda de sus gestos; y toda la experiencia de la ejecución adquirió otra dimensión, a la vez más física y más abstracta: la fuga que estaba interpretando se veía transmitida directamente de sus dedos a su cerebro:

Posteriormente, él mismo describió el fenómeno:

«Por supuesto continuaba sintiendo: podía experimentar esa relación táctil con el teclado que tan rica es en asociaciones acústicas; y también podía imaginar los sonidos que yo producía, incluso sin oírlos. Pero lo extraño es que esta nueva forma de música me pareció de repente superior a todo cuanto había precedido a la intervención del aspirador, y los pasajes en los que yo no podía ya oír el menor sonido me parecían los mejores».

Mark Twain observó que la música de Wagner perdía mucho si se la escuchaba: comprendo lo que quería decir, pero no es eso de lo que hablaba Gould.

He encontrado esta anécdota en la biografía de Glenn Gould escrita por Peter Oswald. Oswald, que también era músico, y psiquiatra, y amigo de Gould, se encontraba triplemente cualificado para explorar el desarrollo de ese genio excéntrico. Comentó este episodio particular:

«Al anular la música, el ruido mecánico del aspirador desplazó la atención de Gould, y la encauzó hacia las sensaciones internas de su cuerpo, permitiéndole ignorar los efectos acústicos de lo que tocaba. Fue como un trip hacia el interior de sí mismo, y fue intensamente placentero…Igual que determinadas formas de meditación, las visiones, la hipnosis y otras técnicas para alterar súbitamente los estados de conciencia, esta experiencia parece haber revelado a Gould un aspecto desconocido del fenómeno musical. Fue como una epifanía, esta especie de high emocional que los adolescentes (y también otras gentes, por supuesto) alcanzan en momentos en los que son particularmente vulnerables y que pueden cambiar su vida de manera decisiva».

Este repentino descubrimiento que hizo Gould de la distancia que separa la música percibida abstractamente por el cerebro de la música sensible al oído, aunque constituyera para él una experiencia feliz, no fue esencialmente distinta de lo que Beethoven vivió como una prueba trágica, cuando la sordera le obligó a explorar esa dimensión muda de la música.

O también, para tomar prestada una comparación pictórica, piénsese en los grandes nenúfares que Monet pintó hacia el final de su vida, tras las cataratas que le afectaron gravemente a la vista. Asimismo tenemos esos paisajes de Huang Binhong, soberbiamente negros y feroces con sus densos entintados, que el artista pintó hacia la edad de ochenta y dos años, en un momento en que se había vuelto completamente ciego. A continuación, una operación le devolvió parcialmente la vista, pero, incluso antes de esta intervención quirúrgica, no dejó de pintar; aunque no pudiera ver lo que producía su pincel, se dejaba guiar por esos ritmos caligráficos que había cultivado cotidianamente durante toda su larga vida. Para él, incluso cuando la pintura dejó de ser una experiencia visual, siguió siendo un aliento vital.

Esa música silenciosa cuya revelación tuvieron Beethoven y Gould en unas circunstancias muy diferentes era desde hacía tiempo muy conocida por los chinos. Sin duda habían sido llevados de forma más natural a hacer su descubrimiento; en la música clásica china, en efecto, las divisiones son cifras: no indican las notas musicales, sino solamente la sucesión de los movimientos de los dedos sobre las cuerdas. Todavía hoy, los maestros de la cítara (gu qin), en sus ejercicios cotidianos, tocan a veces la «cítara muda»: ejecutan un fragmento entero sin emitir un solo sonido, dejando planear sus manos por encima del instrumento sin tocar las cuerdas con sus dedos.
A principios del siglo V, un ilustre personaje original, Tao Yuanming –quizá el poeta más querido por los chinos- , iba más lejos aún: se llevaba a todas partes con él una cítara sin cuerdas. Cuando le preguntaron para qué podía servirle un instrumento semejante, respondió: «Únicamente busco la inspiración que duerme en el corazón de la cítara. ¿Para qué extenuarme haciendo ruido con las cuerdas? ».



Comentario sobre la Experiencia de Glenn Gould

A pesar de no contar con la hora exacta de nacimiento podemos, con cierta precisión, utilizar la progresión Solar desarrollada en mi libro "El Mito Solar, el Eneagrama y el Proceso de Individuación" para mostrar la base arquetípica de la "epifanía". como la denominara su biógrafo y amigo, del pianista canadiense. Glenn Gould ( 25/9/1932, Toronto, Canadá, Hora desconocida) tenía un fuerte componente en la denominada Tierra astrológica (Mercurio, Saturno, Júpiter y Neptuno). La tierra es el basamento arquetípico de la función de sensación junguiana como traté en otro lugar.(http://jungastrologiamitosyarquetipos.blogspot.com.ar/2011/01/tipologia-junguiana-y-astrologia-1.html)
 Incluso dos ellos se encuentran muy fuertes por su posición en domicilio (Mercurio en Virgo y Saturno en Capricornio) podían dar cuenta de su excepcional técnica pianística y memoria. Su epifanía, mostrando los aspectos introvertidos de la función de sensación la tuvo los 14 años cuando el Sol PS (8º24' de Cáncer aproximadamente) activaba la conjunción más mística, en el sentido de fusión y pérdida de límites, de Neptuno y Júpiter (8º39' y 9º 47' respectivamente de Virgo), en un aspecto fluente de sextil (orbe 15'). Es curioso que en la astrología tradicional esta conjunción, regente del signo opuesto de Piscis, tuviera este efecto, dado que ambos estarían en destierro. Pero desde una visión alquímica, podríamos considerar esta posición como una "complexio oppositorum", una conjunción de opuestos. La activación dela base arquetipal por la libido solar nos muestra la epifanía de Gould, pudiendo vivenciarla a través de la función de sensación introvertida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Tambien pasa cuando lluve el cuerpo la mente recuerda canciones y como te sentias cuando heras niño

Unknown dijo...

cuando llueve sientes canciones y musica y sensaciones de cuando eras pequeño