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Adjunto la Introducción para el que quiera tener un adelanto de los temas que se tratarán y de la metodología combinando: Psicología Junguiana, Mitología, Filosofía y Astrología.
INTRODUCCIÓN
c
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uando comencé a escribir esta obra estaba pensada
originalmente como un ensayo crítico de
alrededor de cincuenta páginas. Pero como todo investigador del fenómeno
arquetípico conoce por experiencia,” la conciencia propone y los Arquetipos
disponen”.
Mi conocimiento de la obra de Hillman era superficial, y,
más allá de la separación del tronco junguiano original, todo lo referido a los
acontecimientos vitales era más que escaso. Dentro de esta pobreza, apreciaba
sus búsquedas, su inconformismo ante las posturas ortodoxas. Por el otro lado
observaba una gran energía combativa, una suerte de cruzada contra enemigos que
le habían arrebatado su “ciudad santa” y que quería recuperar con “la espada,
la pluma y la palabra” como reza el himno al prócer argentino Domingo F.
Sarmiento.
Cuando por recomendación de un amigo analista compré el
libro “El Sueño y el Inframundo”, al leerlo tuve sensaciones muy dispares. Por
un lado despertó mi admiración dada la original idea de encontrar las raíces
arquetípicas y el “topos” psíquico del fenómeno onírico. Por el otro, era
evidente para cualquier psicoterapeuta junguiano con algo de experiencia en la
interpretación de los sueños la unilateralidad de su planteamiento.
En sus escritos de esa época Hillman mostraba una manifiesta
enemistad con el mito solar del héroe, tan caro a la línea junguiana
tradicional, apartándose de él. Pero no dejaba de actuarlo. En este libro, tal vez en forma más furibunda que los anteriores,
era evidente su exposición del combate entre la luz y las tinieblas, propio de
este mito. Sólo que él tomaba partido, al contrario del héroe, por las
tinieblas, por el Hades.
Para poder sostener esta postura del topos onírico en
el Inframundo, en la mitología
Grecorromana, debía realizar una selección de las fuentes míticas, dado que en realidad sólo una de
ellas, la Eneida (VI, 278- 389,390),
ubica al dios del sueño, Hypnos, en este reino. Aquí sobreviene una pregunta difícil de
abordar: ¿El investigador que realiza semejantes recortes, ignorando las
fuentes originales o adulterándolas, es consciente de ello? ¿O el arquetipo por
detrás de su conciencia lo impulsa, cegándolo a otros abordajes?
El llamado, entre los junguianos, “fenómeno de posesión
arquetípica” es bastante común entre los investigadores. Está oculto detrás de
nuestra “posesión” por el arquetipo de la razón con su presunta autonomía. Se
da en forma parcial en investigadores que descubren o pesquisan en torno a los
fenómenos arquetípicos. El propio Jung nos relata en “Interpretación de la
Naturaleza y la Psique”, en su experimento astrológico, el “entusiasmo” (en theos: lleno de dios) sentido en una
primera instancia, al comprobar el alto porcentaje estadístico, por encima de
la media, en la primera prueba. Luego, ante la visión entre sombras del pícaro
Mercurio burlándose de él, rehízo el experimento y pudo salir de este
“entusiasmo” que lo poseía.[1]
En otros casos se da en forma más profunda, casi total. Como
todo contenido proveniente del Inconsciente Colectivo, surge con una gran carga
emocional de revelación “cuasi mística” y el investigador lo defiende incluso
hasta tratar de transformarlo en una especie de dogma. El conocido diálogo
entre Freud y Jung en el que el primero le pedía hacer de la teoría sexual un
“dogma, un bastión contra la negra avalancha del ocultismo” en marzo de 1909[2].
Un par de años después, en 1911, Alfred Adler agregará los impulsos del Yo a
los sexuales planteados por el investigador vienés. Pero Freud no toleró esta
intromisión. Adler fue el primero de la larga lista de emigrados de la “ecclesia”
psicoanalítica. En 1920, el arquetipo erótico (Eros) pareció haber cedido en
parte su posesión. En el fundamental “Más allá del Principio del Placer”, Freud
incluirá los impulsos del yo propuestos por Adler, aunque se “olvidó” de
mencionarlo.
Estos “olvidos” (como nos diría Nietzsche: “cuando el
orgullo es grande la memoria cede”) son propios de un yo inflado (orgullo), o
sea, poseído por un arquetipo. Cada arquetipo tiene su propia finalidad y
muchos arquetipos se enfrentan entre sí. Los mitos, expresiones de ellos, los
muestran en forma de las batallas entre dioses, héroes y monstruos. En este
conflicto, el arquetipo-dios triunfante impone su cualidad. Trátese de una
teoría científica, filosófica, una disputa teológica o un criterio estético en
el arte. El dios-concepto triunfador emergerá
y tratará de condenar al ostracismo a su rival. Este fenómeno parece
haber ocurrido en la confección de la teoría onírica de Hillman, como trataré
de mostrar en las páginas siguientes.
Entre la peculiar elección de fuentes, Hillman toma uno de
los mitos platónicos de la vida transmundana, dejando de lado los otros, por la
misma razón expuesta. Sin embargo en una obra posterior: “El Código del Alma”,
escrita veinte años después en 1996, retoma el último mito platónico: el del
regreso del alma a la vida mundana y la elección de su destino, dado en el mito
de Er (La República, X). Esta distancia me llevó a preguntarme como había
evolucionado o permanecido la idea de Hillman de los sueños a lo largo de esos
años.
Un recorrido por las principales obras escritas en ese
período (1976-1996), para intentar contestar esta pregunta, abrieron la
investigación más allá del contexto onírico, pero vinculado a él. Los giros
violentos hacia el opuesto, la enantiodromía heraclitiana adoptada por Jung
dentro de su esquema psicológico, fueron la tónica de Hillman sorprendiendo
tanto a sus seguidores como a sus críticos. Sin embargo, desde el punto de
vista de los dioses-arquetipos, siguieron un patrón muy preciso y conservaban
siempre los mismos adversarios. El estudio de estos giros y el seguimiento de
su desenvolvimiento abarcará gran parte
del primer volumen. Es muy ilustrativo para el estudiante y estudioso de la
psicología profunda. En particular para los seguidores de la línea de Hillman,
la psicología arquetipal, quienes podrán identificar los dioses-arquetipos en
el Padre- Fundador de su línea.
Al retornar a la teoría onírica, en este proceso y como
trataré de demostrar, comprobaremos que, a pesar de los años transcurridos,
quedó casi en el mismo estadio. En 1982, en su conferencia “El Alma del Mundo”,
aparecerán algunas sutiles modificaciones
pero en un sentido que nos hace acordar a la frase inmortal de Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es
necesario que todo cambie". (Il
Gattopardo). Pero en sus últimos años,
la fuerza del arquetipo del Inframundo, dominante al escribir su “Sueño e…”, parece haberse agotado y en
1997 (10 de Febrero), en una conferencia
sobre Astrología llegará a decir que no tiene teoría acerca de los
sueños “como vienen, que buscan, dónde se originan”.
Nacido de este combate entre las tinieblas y la luz, trataré
en primer lugar de exponer el opuesto complementario negado por Hillman: el
lado luminoso. Sin que por ello signifique una primacía de esta faz por sobre
el oscuro, dado que sólo se trata de formular una base arquetípica más completa
del inagotable fenómeno onírico. Luego de ubicar en su contexto preciso la
teoría de Hillman, proseguir con la investigación de todas las fuentes, dentro
de marco greco-romano y algunas
judeo-cristianas y del Islam (por ser religiones derivadas del judaísmo),
dejadas de lado o interpretadas bajo la óptica del arquetipo dominante en su
conciencia, que será el motivo de la segunda parte.
Dada su extensión, abarcando desde el Inframundo al “Topos
Uranus” en lenguaje mítico; desde la Pesadilla hasta la Experiencia Visionaria;
del sueño amenazando con la destrucción psíquica hasta la Revelación Creativa o
el Sueño Cultural, en lenguaje psicológico, dio nacimiento a un segundo volumen,
ampliando y complementando la brillante idea original de James Hillman.
Aunque en esta introducción estoy adelantando parte de los
pasos seguidos. En el texto preferí conservar la espontaneidad de la
investigación y las preguntas que surgían a lo largo de ella. De esta forma
hago participar al lector del propio proceso y las dudas surgidas, los
aparentes callejones sin salida, las contradicciones que un investigador padece,
y a la vez disfruta, en su largo camino de aprendizaje y desarrollo.
En mis textos anteriores he utilizado el simbolismo
astrológico como medio de rellenar las lagunas ante la falta de información
consciente y poder, dado el método amplificación junguiano, enriquecer
el significado y la comprensión de los procesos vivenciados por los
diferentes actores. Además, con ello, de comprobar la realidad del fenómeno sincronístico y del orden A-Causal más allá de las
consideraciones espacio-temporales de la conciencia dominada por el
racionalismo y el materialismo que aún perduran en el pensamiento científico actual.
En este caso, dada la directa exposición por parte de Hillman de los dioses operantes en las distintas
obras, la Sincronicidad expresada a través del simbolismo astrológico nos
servirá de espejo que corrobore el accionar
de su psique y una mayor comprensión de sus giros enantiodrómicos que
sorprendían a todos sus lectores.
Este planteo está de acuerdo con su propia idea cuando manifiesta: “La astrología es un modo
metafórico de reconocer que los que gobiernan las personalidades son poderes
arquetípicos más allá de nuestro alcance personal y que, en tanto, están
necesariamente envueltos en todas nuestras vicisitudes. Estas fuerzas son
personas míticas. Dioses, y sus movimientos no se describen por la matemática,
sino por los mitos.” ([3], [4]).
En esta línea de volver a ligar la Astrología con su origen
mitológico a través del Mito Solar, y comprobar las ligazones con el Proceso de
Individuación fue el motivo de mi obra anterior.[5] Aquí, gracias a la directa
exposición de Hillman de los dioses operantes en sus obras, podremos ampliar la
comprobación a otros dioses-arquetipos simbolizados por la Astrología. En la segunda parte podremos ampliarlo aún
más a los otros niveles de la actividad onírica y así comprobar lo que el bardo inglés rezaba
poéticamente: “El Mundo está hecho de la misma tela que los Sueños” y,
parafraseándolo, los Sueños están hechos
de la misma tela del Mundo y del Alma del Mundo.[6]
Dada la dificultad técnica que podría suponer para un lector
no iniciado en el simbolismo astrológico, estos aspectos los colocaré en notas
a pie para no dificultar la comprensión; ellas, por otro lado, son tanto o más
importantes que el texto principal. Sólo dejaré las referencias simbólicas en
directa relación a los dioses-arquetipos en el texto principal.
[1]
Al lector interesado remito a mi
análisis en “La Influencia de la Astrología
en el Pensamiento de Jung”. Ed. Tol, Buenos Aires, 2010.
[2]
Para mayor detalles en la
autobiografía de Jung : ”Recuerdos, Sueños y Pensamientos” y mi “Jung y el Proceso de Individuación”, Ed.
Continente, Buenos Aires, 1994.
[3]
Hillman J. Encarando os Deuses,
Cultrix, Pensamento, Sao Pablo, 1992, pág. 51, nota 40
[4]
Robert Graves en “El Sentido de los
Sueños” (Península, España,2007, pág. 12)
se refiere a los antiguos y
modernos manuales de interpretación de los sueños, pero los últimos “suelen
estar adornados con extrañas cifras y símbolos interesantes supervivientes de
la antiquísima ciencia de la astrología (la predicción del futuro por medio de
las estrellas) en la que Daniel y Moisés debieron ser expertos, y que, según
dicen los Evangelios, guió a Gaspar, Melchor y Baltasar desde sus lejanas
cortes hasta la posada de Belén. Pero en tales obras la astrología ya no es la
exacta y gloriosa ciencia que una vez fue cuando iba de la mano con la
astronomía confiar en los astrólogos populares
modernos es confiar e personas que han olvidado el arte que profesan.
Son manuales de sueños repletos de reliquias de la astrología y de otras ciencias
antiguas(..)” Aunque Graves difiera con
Hillman en la parte matemática, ambas visiones se complementan. Desde esa
complementariedad, que Graves especifica en la interpretación misma de los
sueños, es que intentaré restituir el
simbolismo astrológico aplicado a lo onírico a sus orígenes “gloriosos” cuando
el pensamiento simbólico integraba mito y matemática.
[5]
El Mito Solar, El Eneagrama y el Proceso de
Individuación. Aquí también utilizaré la misma técnica solar desarrollada allí.
[6] Para Marsilio Ficino, tan caro a Hillman
como veremos, el Alma del Mundo se
expresaba a través del Zodíaco.
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