sábado, 18 de diciembre de 2010

Entrevista sobre un enfoque junguiano de la Astrología en Más Allá nº 236 Alberto Chislovsky:(Versión Completa)Entrevista y textos de Moises Garrido




“El cielo estrellado es el libro abierto de las proyecciones cósmicas, el reflejo de los mitologemas y los arquetipos. En este modo de ver, se dan la mano la astrología y la alquimia, los dos antiguos representantes de la psicología del inconsciente colectivo”. Así se expresaba el psicólogo Carl Gustav Jung en 1941, al celebrarse el cuarto centenario de la muerte del gran alquimista y médico suizo Paracelso. Actualmente, si hay alguien que sigue esa sugerente línea unificadora entre lo macrocósmico, las claves astrológicas y el inconsciente colectivo es el argentino Alberto Chislovsky, a quien tuvimos ocasión de entrevistar en exclusiva para ‘MÁS ALLÁ’, durante una reciente visita a España con motivo de la presentación de su última obra: La influencia de la Astrología en el Pensamiento de C. G. Jung. Chislowsky es psicoterapeuta junguiano del Instituto Jung de Buenos Aires. Ha sido director asociado del Centro de Terapias Transpersonales y Neo-Chamánicas. Es además conferenciante, autor de numerosos ensayos y del libro Jung y el Proceso de Individuación, que tuvo una gran acogida en los círculos especializados argentinos. En los últimos años ha desarrollado algunas de las teorías más novedosas sobre la interrelación entre los procesos psíquicos y la influencia de los astros, teniendo presente también el concepto junguiano de sincronicidad (coincidencia acausal entre dos o más acontecimientos).


Tras participar en un congreso sobre astrología celebrado en Cádiz a primeros de junio, Chislovsky se desplazó hasta Sevilla para reunirse con miembros de la Asociación de Psicología Analítica. La capital hispalense fue, precisamente, el marco de la presente entrevista.

CENTRO GALÁCTICO

Según nos explica Chislovsky, el Apex es el punto del espacio hacia el cual se dirige el Sol, arrastrando todo el sistema solar, a una velocidad de 1.000 kms. por segundo. El Centro Galáctico es el punto alrededor del cual nuestro Sol y toda nuestra Galaxia, la Vía Láctea, giran en un lapso que media entre 220 y 240 millones de años. Por último, el Super Centro Galáctico, es una especie de punto virtual alrededor del cual giran un grupo de galaxias locales, incluida la nuestra. Parece ser que tanto el Centro Galáctico (C.G.) como el Super Centro Galáctico (S.C.G.) se vinculan de forma muy significativa con personajes que han protagonizado importantes revoluciones sociales, culturales, científicas y religiosas, o que han sido artífices de profundos cambios de conciencia colectivo. Por ejemplo, Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna, tiene su Luna natal en conjunción con el C.G. Asimismo, se observa una correlación entre el C.G. y el surgimiento del cristianismo. Igualmente, existe un vínculo entre el S.C.G. y la revolución copernicana, que desterró definitivamente la visión ptolomeica que hasta la Edad Media se tenía del Universo. “En 1543, cuando Copérnico escribe su ‘De Revolutionibus Orbium Coelestium’, hay una coincidencia en el aspecto de septil entre el Ascendente Simbólico Precesional (A.S.P.), a 17º21’ Escorpio, y el S.C.G., a 25º24’ Virgo, que indica claramente una profunda revolución en la idea del mundo”, sostiene nuestro entrevistado, quien reconoce que no hay manera de comprobar el funcionamiento de la astrología por ninguna de las posibles causas o energías conocidas hasta ahora a nivel físico. “La astrología está más ligada al fenómeno de la sincronicidad. Es la única manera de explicarla. Sus leyes transgreden nuestros conceptos sobre el espacio y el tiempo”, nos aclara.



- ¿Tanta importancia tienen esos puntos galácticos en el ámbito de la astrología?

- “Sin duda. Yo estudié la interrelación de estos puntos con la historia de occidente, sobre todo con los movimientos previos que conformaron el cristianismo. Ví que el C.G. actúa como si fuera el dios de la galaxia o el dios del gnosticismo, corriente paralela al cristianismo, al que llamaban Demiurgo. El C.G. estaría ligado en el lenguaje religioso a la ortodoxia, y en el lenguaje científico al paradigma que conforma nuestra visión del mundo. El S.C.G., como está más allá, tiene que ver más con el dios trascendente y con aquellas ideas nuevas que provocan la ruptura del paradigma anterior. Son entonces factores que estarían en pugna”.

- ¿Y qué papel juega el Ápex en todo este despliegue macroastrológico?

- “Al referirse al Sol, es por tanto lo más cercano a lo humano. Es donde esas dos tendencias que te comenté antes, ortodoxa y heterodoxa, lo nuevo y lo viejo, lo conservador y lo revolucionario, se dirimen y se resuelven. Todo esto es un estudio muy largo que aún estoy desarrollando”.

En el fondo, la interpretación astrológica no deja de ser, desde un planteamiento junguiano, percepciones introspectivas inconscientes de la actividad del Inconsciente Colectivo. En el cielo, con sus formas caóticas, hemos proyectado imágenes o figuras que esconden un significado profundo sobre nosotros mismos. El zodíaco es como un espejo cósmico que nos revela información de lo que ocurre en nuestro mundo. “Algo que pasa en el cielo refleja algo que pasa en la Tierra”, afirma Chislovsky.

- ¿De qué forma se interesó Jung por la astrología?

- “Donde se percibe claramente el interés de Jung por la astrología son dos cartas que intercambia con Freud donde le dice que pasa sus noches estudiando astrología. En una de ellas hace una interpretación como la que haría un astrólogo moderno. Hablaba del arquetipo materno a la luz de la astrología y hacía una brillante interpretación de lo que podía ser el complejo materno. Todo a través de la carta astral que realizó a una paciente. Jung veía que en el cielo había formas intuitivas que en algún momento se podían desarrollar y llevarlas al conocimiento filosófico. Hay que tener en cuenta que el concepto de líbido en Jung está totalmente influenciado por la astrología. En su libro ‘Símbolos de transformación’ ofrece muchas referencias astrológicas. Cuando Jung tenía problemas con un paciente le hacía su carta natal, la interpretaba psicológicamente y veía dónde estaban los conflictos de la persona. Jung, en el fondo, fue astrólogo, pero lo mantuvo oculto”.

- ¿Es entonces la astrología un conocimiento veraz para ahondar en la psique humana?

- “Claro, pero el problema está en los intérpretes. La astrología se ha ganado mucha mala prensa justamente por esto. El propio Jung trata de plantear una astrología de orden simbólico, una astrosofía más bien, algo que tenga que ver con el plano de la sabiduría más que con el plano pura y exclusivamente predictivo”.

- ¿No crees que hay muchos farsantes detrás de la astrología y los horóscopos?

- “Creo que esto es un problema del ser humano. Así como hay malos astrólogos o farsantes astrólogos, también hay malos médicos, malos abogados… Hay farsantes en todas las profesiones. Lo que pasa es que ciertas profesiones, hablando junguianamente, tienen más carga de chivo expiatorio, de sombra. De todas formas, decía Maquiavelo que quien quiera ser engañado, siempre encontrará alguien que lo engañe. Es cierto que hay mucha superstición. También la gente que quiere ser engañada, alimenta a la gente que termina siendo farsante”.
- ¿Qué opinión te merece que la ciencia vea la astrología como una superchería sin validez alguna?

- “Todo tiene que ver con el sistema de referencia que manejamos. Es como pedirle a un ciego que vea. Cuando nos abrimos a otras cosas vemos cosas nuevas. Yo no puedo pedir a alguien que está metido en un determinado marco de referencia que vea más allá. No tengo elementos para convencerlo. El espíritu científico debe mover a la experimentación antes de negar nada. Tenemos el caso del psicólogo Michel Gauquelin, que salió a combatir la astrología, y terminó escribiendo libros a favor de ella”.

- ¿Tendríamos que esperar a un cambio de paradigma en la ciencia para que se acepten disciplinas como la astrología o la parapsicología?

- “Creo que sí. Los estudios estadísticos dan resultados cualitativamente pobres. No permiten indagar en la totalidad del ser humano. Debido a que estas otras ciencias están vinculadas a algo cuasi-físico, lo dificil es poder integrar lo físico con lo humanístico. El cambio de paradigma tendría que venir de una unión de lo psíquico con lo físico. Creo que la física cuántica va en esa dirección. Recordemos que el físico Paulí trabajó con Jung, y que éste le debe mucho respecto a sus estudios sobre la sincronicidad…”

LOS ASTROS Y LA HISTORIA

La astrología, casi tan vieja como la humanidad, tuvo una gran importancia durante el Renacimiento. “El paradigma del Renacimiento fue un paradigma astrológico. Todo estaba basado en la astrología”, remarca Chislovsky. Científicos, filósofos, pensadores y artistas tuvieron muy en cuenta la importancia del conocimiento astrológico. “Pensemos en Paracelso -subraya el psicoterapeuta argentino-. Para él, la enfermedad y la curación venían del cielo. Al surgir la sífilis y propagarse entre las tropas francesas que rodeaban Nápoles, Paracelso encontró la solución del siguiente modo... Francia es el país de Júpiter. Si esta enfermedad está ligada a Júpiter, ¿cuál es el opuesto de Júpiter astrológicamente? Mercurio. Entonces utiliza el mercurio para curar la sífilis. Y de ahí viene la idea de que el mercurio cura la sífilis. No hubo ninguna experimentación científica. Ese fue su único razonamiento”.

- ¿Qué vínculos encuentras entre la astrología y ciertos acontecimientos históricos?

- “Muchísimos. Te pondré un ejemplo… Cuando se produce la Revolución Francesa y es guillotinado el rey, hay una cuadratura entre el S.C.G. y el eje de precesión de los equinoccios. Y todo aspecto de 90º en astrología es síntoma de tensión. Unos años antes, en 1755, período de Sagitario, todo se centra en la razón, pero sin embargo se produce un importante terremoto en Lisboa que afecta a España, demostrando que hay cosas que la razón no puede preveer. Es la época en que nace el mito de la ciencia. Todo mito surge con una cosmogonía, explicando cómo nace el mundo. Y la ciencia hace lo mismo. Kant, en ese mismo año 1755, escribe su ‘Teoría del Cielo’. Cuando el Ápex cambia de signo, de Sagitario a Capricornio, aparece Laplace, que toma la teoría de Kant, reformándola y haciendo toda una formulación matemática. Se la presenta a Napoleón y éste le dice: “Aquí falta algo”. Laplace le pregunta el qué, y Napoleón le responde “Dios”. El científico le aclara que es una hipótesis a no tener en cuenta. Y ahí justamente se divide la ciencia de lo divino. Es impresionante observar cómo muchos de los grandes acontecimientos que tienen que ver con la cultura tienen un reflejo sincronístico en los cielos”.

Chislovsky nos explica que en torno al año 1870 se produce el cambio de signo del S.C.G., de Virgo a Libra, influyendo enormemente en el surgimiento de nuevas ideas científicas. Es curioso también que en ese año floreciese el interés de muchos científicos hacia los fenómenos espiritistas, naciendo la Metapsíquica -madre de la moderna Parapsicología- a raiz de las investigaciones del físico Sir William Crookes. “Fijémonos en los cambios que hubo en la ciencia a partir de ese año. Palabras como relatividad, complementariedad, incertidumbre, etc., empiezan a aparecer en el campo científico y a poner en duda toda la estructura newtoniana del Universo”, asegura el psicoastrólogo. Un dato que no le pasa desapercibido es el hecho de que Einstein tenga en su carta natal una conjunción Mercurio y Saturno en Aries, en oposición con el S.C.G. Heisenberg, por su parte, tiene la Luna en Libra y en conjunción con el S.C.G. “Todos esos factores indican nuevas ideas revolucionarias en ciencia”, concluye.

ARQUETIPOS DE ACUARIO

En estos momentos estaríamos entrando en la Era de Acuario. La explosión tecnológica, la liberación sexual, el androginismo, la ruptura de los vínculos tradicionales e incluso el intento fallido de la globalización de unificar la diversidad bajo un solo pensamiento, generando movimientos de revalorización de lo tradicional cultural, son muestras cabales de esta transición hacia la era de Acuario. No puedo evitar preguntar a Chislovsky sobre el mito extraterrestre, que irrumpió con fuerza a mediados del siglo XX y que tanto interés despertó en Jung, quien dedicó una obra al tema, enfocándolo bajo el paradigma de los nuevos dioses de Acuario. “El fenómeno OVNI se manifiesta como arquetipo de la totalidad”, sentencia nuestro entrevistado. “He tenido experiencias personales, en sueños, y también lo he observado en sueños de pacientes. Aparecen OVNIs y extraterrestres en sueños relacionados con parejas, en momentos de integración, como si el cielo, algo que viene de arriba, bendiciera la relación”.

- ¿Son entonces los OVNIs característicos de esta Era de Acuario, como señaló Jung?

- “Por supuesto. Ahora estamos en el periodo de Acuario, que tan vinculado está a lo tecnológico y a la ciencia-ficción, y es normal que se manifieste el mito extraterrestre. Antes, las montañas servían para conectar con los dioses, ahora con los extraterrestres, como ocurre en Uritorco. Es el mismo arquetipo, aunque cambie su forma, el que está actuando al final del ciclo que estamos atravesando”.

- ¿Dónde pueden consultar tus ensayos quiénes estén interesados en profundizar en lo que hemos abordado en la entrevista?

- “Mis principales ensayos pueden leerse en internet, en la web ‘Odisea del Alma’ (www.odiseajung.com), creada y dirigida por mi colega Raúl Ortega, psicoterapeuta onubense, a quien me une una concordancia en la visión de la psicología junguiana y la interpretación simbólica en general, además de una entrañable amistad”.

- Por último, queremos preguntarte cuáles son tus proyectos futuros

- “Entre mis próximos proyectos incluyo realizar un ciclo de conferencias y seminarios de nuevo en España, dentro del marco de las actividades de la Asociación de Psicología Analítica de Sevilla, un colectivo independiente que convoca a simpatizantes del paradigma junguiano y temas afines, como la astrología y la homeopatía”.

En suma, lo que nos propone Alberto Chislovsky es que mantengamos nuestro vínculo con las estrellas y que cuando miremos al cielo, pensemos que formamos parte de la evolución del universo. ¿Está, de algún modo, nuestro destino proyectado en esas curiosas formas imaginarias que hace miles de años dibujaron los astrólogos en las constelaciones? Así, al menos, lo cree mucha gente. Y aún siendo un mito, ya de por sí esconde profundas verdades simbólicas. Y es por eso que finalmente funciona, a un nivel inconsciente, como se ha encargado de demostrar Alberto Chislovsky en la presente entrevista. Ya decía Hermes Trimegistos aquello de “como es arriba, es abajo”. Un axioma que está muy en sintonía con lo que planteó hace unas décadas el astrónomo Sir James Jeans: “Comenzamos a ver el Universo más como un gran pensamiento que como una gran máquina”.

En una ocasión, mi gran amigo Juan Pérez Mercader me reveló que estaba descubriendo unos patrones muy semejantes entre la evolución de las galaxias y la evolución de los seres vivos, sugiriéndome además que para buscar nuestros orígenes teníamos que mirar al firmamento. Seguramente este astrofísico onubense, director del Centro Español de Astrobiología, no podía imaginar que su teoría científica tiene puntos de conexión con el antiguo paradigma astrológico, que observa un estrecho vínculo entre el mundo de los astros y los seres vivos. Y es que los científicos contemporáneos han perdido esa visión holística e intuitiva que compartían los científicos de otras épocas. Recordemos sino el inusitado interés que destacados hombres como Newton, Galileo o Kepler mostraron hacia la astrología, la alquimia y otras cuestiones esotéricas. Sus razones tendrían…

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