viernes, 4 de marzo de 2011

El Ciclo de Urano-Neptuno, el Puer Aeternus y la Utopia (continuación de Utopías del Renacimiento) 2º Parte


El infante divino


                          A lo largo de las épocas se ha especulado con una posible carta de Jesús considerando la “señal en el cielo” mostrada en Mateo (2;1) como la estrella que indicaba el nacimiento del Rey de los Judíos. En tiempos cercanos Ralph Helden (6), basándose en observaciones de Kepler, consideró que esta estrella era la conjunción de  Júpiter-Saturno en Piscis del 27 de mayo del 7 AC. Hiriart Corda, hizo notar que esta conjunción se produjo un año después en el 6 AC, dato que se confirma en la “Tables of Planetary Phenomena” de Neil Michelsen.

    Suponiendo que esta carta fuese aproximada, nos encontramos con un dato muy sugestivo que parecería confirmar las deducciones, o al menos no estaría tan lejano de la imagen conformada de este personaje arquetípico a través de los Evangelios. El historiador de las religiones Ettiene Troemé lo describe: “Son múltiples detalles que atestiguan su total independencia frente a los grandes de este mundo, ricos, poderosos o sacerdotes” (7).

    Tomando en consideración el 27 de Mayo del 6 AC a la medianoche, y agregando los transaturninos, esta descripción coincide el ascendente en Acuario con Urano en Piscis en él trígono Neptuno en Escorpio desde IX.  Su enfrentamiento con los ricos, poderosos y sacerdotes por Leo en la VII, Plutón en Virgo allí, regente de IX
(sacerdotes y ritualistas), ambos a su vez cuadrados al Sol en Géminis (Conjunción F.C.) La oposición era mediatizada por Neptuno en VIII pero técnicamente en IX, corregente del Ascendente (Piscis interceptado), mostrando su identificación con el Padre Celestial (IX), su reino que “no era de este mundo” y su regreso de la muerte (VIII- Escorpio). Además de la presencia de la conjunción de Júpiter-Saturno en Piscis en casa I como heraldo de la nueva conciencia colectiva emergente por el Eón de Piscis que comenzaba.  Todos los componentes astrológicos que se presentarán en las Utopías del Renacimiento posteriores.

    Llama la atención que esta configuración sea similar a la de la conjunción del 403 AC  en la cual pudimos observar, en el anterior trabajo, la relación entre Atenas la Justa (Júpiter en Virgo) y Atlántida y su desmesura que la lleva al hundimiento (Plutón en Piscis), la T cuadrada se completaba con Urano-Neptuno en Géminis. De esas dos partes del alma griega proyectadas en las ciudades mencionadas, Platón consideraba que mediante un trabajo de discriminación y purificación, el alma racional caracterizada por su “amor al saber” se conecte con su parte inmortal o  sucumba a lo pasajero (Conjunción en Géminis). El Sol de la arquetípica carta de Jesús, coincide con esta conjunción(orbe 1º grado), parecería ser la finalidad vital solar de este símbolo arquetípico continuar la obra de salvación esbozada por Platón.

    En un diálogo de la vejez del filósofo griego, El Político, retoma el mito de la Edad Dorada donde aparece la idea del pastor divino, tan cara al Cristianismo posterior: “ un dios los apacentaba dirigiéndolos personalmente”, comenta Platón refiriéndose al papel de Cronos en su reinado sobre los hombres. (8). G. Droz comenta al respecto: “la fábula aparece en medio de una lenta discusión sobre la definición del político-pastor de hombres, correspondería a la época anterior a la humanidad, la de la edad de oro de Cronos” (9). El Sol en Géminis conjunción Urano-Neptuno podría representar a ese “político-pastor” cuyo reino “no es de este mundo”. Es un no-lugar utópico. Podríamos preguntarnos si esta relación arquetípica entre el mito de la Edad Dorada, la obra de Platón y su reflejo sincronístico celeste inscripto en el Inconsciente Colectivo helénico, no haya sido una de las razones de la rápida expansión de la doctrina de Cristo dentro de los helenos. (además del hecho simbólico de sincretizar la fiesta de la natividad con la de Apolo en el solsticio de Invierno-Capricornio). Por otro lado, este mismo hecho arquetípico quizás pudo incidir, en parte, en la adopción como marco filosófico del Cristianismo de las ideas de Platón.

    Aunque el análisis parece concordar con lo descripto en los Evangelios y los comentarios posteriores, no tenemos ninguna confirmación de los mismos. Sólo podríamos afirmar que coincide con la imagen arquetípica conformada de este Jesús relatada en los Evangelios. Pero sí podemos tomar, dada la lentitud de sus desplazamientos, la configuración de oposición entre  Urano (Piscis) y  Plutón (Virgo), mediatizados por Neptuno (Escorpio) como datos ciertos. 

    En la primer parte de este trabajo había mencionado al fraile calabrés Joachim de Fiore a quien se le había revelado el advenimiento del Reino Celeste con su anuncio de las 3 eras: la del Padre (miedo y la servidumbre), la del hijo (sumisión filial y la fe) y la del Espíritu Santo (edad del amor y la liberación final del Espíritu), recibió esta revelación en 1195 con el mismo trígono ascendente: Urano en Cáncer (el grado 4, 1º de orbe con la de la conjunción del 60 AC ) y Neptuno en Piscis (4º), completando un Gran Trino. Joachim culminaba su revelación con la expansión de la esperanza del Evangelio (Neptuno en Piscis) y la destitución de las autoridades de la Madre Iglesia  ubicada en la Ciudad-Madre Roma (Urano en Cáncer).

    Las ideas de Joachim de Fiore fueron recogidas por Tomasso Campanella y llevadas a la acción, circunstancia que le valió la prisión en la cual escribió la Ciudad del Sol. Campanella tenía la misma configuración celeste, pero en fuego y aire: Urano en Leo opuesto a Plutón en Acuario, ambos mediatizados por un trígono y sextil, respectivamente, de Neptuno en Aries.

   A través del simbolismo astrológico podemos acceder y ligar a tres momentos diferentes de la revelación mesiánica y su enfrentamiento con los poderes dominantes para la consecución del ideal de la libertad y la justicia: 1) Nacimiento y ciclo de Jesús. 2) Revelación de los estadios en De Fiore. 3) Rebelión de Campanella que da lugar a la escritura de la Ciudad del Sol.  De esta forma encontramos un hilo conductor arquetípico dinámico desde Jesús hasta el ideal Utópico, como antes lo habíamos encontrado en los coincidentes factores fijos.

    Para cerrar este punto observamos que la dicotomía planteada tradicionalmente entre César y Cristo está mostrada por las dos facetas del mito de la Edad Dorada, pero expresadas en su faceta política (la Gens Julia a la que pertenecía Augusto tenía como insignia la Cabra-Pez de Capricornio) y su contrapartida espiritual (natalicio simbólico en el solsticio de Invierno). En lenguaje psicológico junguiano mostrarían las facetas extrovertida (poder terrenal) e introvertida (poder espiritual y rebeldía ante su reverso terrenal). Esta relación con la tipología junguiana nos empieza a dar una pauta de la base psicológica subyacente detrás de los formadores y adherentes a los movimientos utópicos.

La Segunda Conjunción en Cáncer 

                                                         Entre el 110 y el 111 se producen dos conjunciones partiles en el signo de Cáncer.  Al menos se efectúan dos  conjunciones por signo completando un ciclo de 342 años. ¿Podríamos inferir una complementariedad en ambos? ¿Una acción y reacción dialéctica del flujo de los acontecimientos concretos y arquetípicos? ¿O una repetición de la situación arquetípica?

    Por el lado del Imperio Romano, éste expande sus fronteras al máximo  con Trajano, pero su sucesor Adriano marca el fin de la expansión territorial y la consolidación del Imperio. Es el tercero de la dinastía de los Antoninos que gobernó Roma desde el 96 hasta el 192. Esta dinastía se inició con Nerva y concluyó con el emperador filósofo Marco Aurelio. Fueron los denominados “Cinco Emperadores Buenos”. El período Antonino se caracterizó, como el siglo de Oro de Augusto, por una gran paz interna y prosperidad en el Imperio. La administración y los diversos pueblos compartieron un sentimiento de Unidad.

    En este caso podríamos observar una reactualización del ciclo anterior de Augusto. Marco Aurelio (20 de Abril del 121, 00,15; Roma) estuvo muy preocupado por el bienestar de su pueblo, incluso vendió parte de sus propiedades para mitigar los efectos del hambre y la peste en el pueblo,  y presionó para que los amos humanicen su trato con los esclavos, fundó escuelas, hospitales y orfanatos. Pero, desde el otro lado, persiguió a los cristianos dado que los consideraba una amenaza para el sistema. Tenía el Ascendente en Leo encuadrado entre Neptuno(conjunción) y Urano en Virgo en trígono al MC y a Marte que a su vez está en conjunción con el Sol (IX). Neptuno estaba en trígono con Plutón en Aries en IX.  Este encuadramiento del Ascendente  entre Urano y Neptuno se repetirá después en Victor Hugo quien afirmó que “La Utopía es la verdad del mañana”.

    En forma paradojal, Marco Aurelio, filósofo estoico y  “humanista” considerando las condiciones de aquella época persiguió a la “verdad del mañana” encarnada en el Cristianismo. ¿Qué ocurría con práctica en aquellos momentos?.

    A partir del 125, según los estudiosos, comienza la etapa de una diferenciación del judaísmo y el inicio del proceso de transformación de una secta a una Iglesia. Pero en su interior comienzan los movimientos cismáticos que nos muestran las dos tendencias primero proyectadas en la estructura terrenal del judaísmo tradicional (extravertido) y la rebelión del nuevo rabí Jesús (introvertido).  Luego la escisión es entre la después llamada ortodoxia y los movimientos heréticos: montanismo y especialmente los gnósticos.

    La experta Elaine Page comenta: “En el año 200 las líneas ya estaban trazadas: tanto los cristianos ortodoxos como los gnósticos afirmaban representar a la iglesia verdadera y se acusaban mutuamente de ser intrusos, hermanos falsos e hipócritas”(10)

    ¿Cuáles son las diferencias entre estos movimientos? La disputa estaba dada en los criterios distintos para ser considerado un verdadero cristiano.

    A finales del siglo II los ortodoxos habían comenzado a fijar criterios objetivos para ser miembro de la Iglesia, asumiendo el carácter extravertido antes combatido a las otras sectas del judaísmo tradicional.  “Quien quiera se confesara el credo, aceptara el ritual del bautismo, participara en el culto y obedeciera al clero era aceptado como cristiano. Los obispos que buscaban la unificación en una sola grey de las diversas iglesias esparcidas en el mundo eliminaron los criterios cualitativos para pertenecer a la iglesia” (11)

   Esta tendencia a identificar a la Iglesia con la jerarquía ya está marcada en Ignacio de Antioquia quien hacia el 110  (año de la conjunción ) explicitaba en una carta a los de Esmirna : “no es legítimo ni bautizar ni celebrar un ágape (banquete de culto) sin el obispo; separarse del obispo es separarse no sólo de la iglesia, sino del propio Dios”. Aparte de la Iglesia –insiste- “no hay nada que pueda denominarse Iglesia”(12)

    Se desprende la tendencia extravertida fijada en el objeto, en el ritual y la obediencia a la jerarquía tradicional como estructura política. Los gnósticos refutaban, en forma introvertida, que el bautismo no bastaba para hacer un cristiano : “Mucha gente se sumerge en el agua y vuelve a salir sin haber recibido nada”(Evangelio de Felipe 64, 23-24). Ni la profesión de fe, ni el martirio eran tampoco pruebas de la verdadera madurez espiritual de un apersona que pertenecía a la Iglesia Verdadera.

    Por otro lado sostenían que no era su relación con el clero, sino el nivel de comprensión de sus miembros y la calidad de la relación de unos con otros lo que formaba una iglesia espiritual. Se observa con claridad el acento puesto en el sujeto y sus aptitudes. Desprecian el acto ritual objetivo y el ceder el conocimiento (gnosis) espiritual a una jerarquía.

    Tertuliano, quien fue primero teólogo de la ortodoxia y luego se convirtió al montanismo declara: “Porque la Iglesia misma, propia y principalmente es espíritu, en el cual la trinidad de una divinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo…La Iglesia se congrega allí donde el Señor dispone; es un iglesia espiritual para el pueblo espiritual; no es la iglesia de un grupo de obispos!”.

    ¿Cómo refleja el cielo estas tendencias?. A finales del siglo II se produce la oposición entre Urano en Leo y Neptuno en Acuario. Por el lado de la ortodoxia observamos la tendencia universal, masiva, de llegar en forma sencilla y simple a través de rituales, confesión de fe y martirio (como prueba final) a la masa del pueblo, particularmente a la clase modesta, infundiéndoles una “esperanza de salvación” (Neptuno en Acuario) (13)

    Por contrapartida estos cristianos “psíquicos” , como los denominan los gnósticos y que corresponden a la función de sentimiento según Jung,  cedían sus aspectos pneumático espiritual a la jerarquía de los obispos (Urano en Leo, regente de Acuario).

    Un plano diferente de interpretación observamos en los gnósticos, por un lado denostaban proyectar  (por lo tanto perder esa energía psíquica) su gnosis en la jerarquía eclesiástica(Urano en Leo). Buscaban forma una iglesia espiritual,  basada en la comprensión y desarrollo espiritual. El Segundo tratado del Gran Set nos refleja este cambio simbólico en la posición de Neptuno en Acuario: “unidos en la amistad de los amigos para siempre, que no conocen hostilidad alguna, ni maldad, sino que están unidos por mi gnosis…(en) la amistad de unos con otros” (14)

    Desde el lado sombrío se les ha criticado la tendencia al desprecio del mundo material y un sombrío pesimismo (el lado oscuro de Neptuno en Acuario). Por otro lado, su excesivo individualismo (Urano en Leo) y la tendencia al riguroso ascetismo corporal o a su contrario: el libertinaje como manifestación de la profunda desvalorización del cuerpo (Urano oposición Neptuno).

    Como sucede con las tendencias introvertidas, cuyo reino es el Inconsciente Colectivo, los gnósticos fueron finalmente vencidos por la combinación eficiente de estructura política, ritual y dogma, propios de la tendencia extrovertida, el lado saturnino de adaptación a la realidad reprimido en ellos (Saturno o Iadalbaoth era el principal arconte, o sea el enemigo de la liberación del hombre espiritual o pneumático).

    El siguiente paso, superados el Judaísmo Tradicional y los cismas internos, era el enfrentamiento con la superestructura imperial, lo cual nos acerca al próximo ciclo.

El Siglo III


                 Desde el siglo III el Estado Romano comienza a ocuparse del problema denominado cristiano, debía integrarlo al Estado o destruirlo. El sistema imperial estaba lo suficientemente quebrantado como para que ante esta nueva fuerza termine por derrumbarse.

    El emperador Decio al asumir el trono en el 249, comprendió el problema y se presentó como el restaurador del Imperio y sus tradiciones nacionales. Al emitir un edicto sobre el cumplimiento del gesto cultural ante los altares de los dioses oficiales, sabía que iniciaba una persecución contra los cristianos. Se prolongó hasta el 251, cuando Decio falleció.

    Galo, su sucesor, la continuó a principios del 252 y Valeriano (verano del 253) tuvo una relación bastante cordial durante los primeros cuatro años de su gobierno, pero luego inició una cruzada anticristiana. Una ofensiva a fondo que se prolongó hasta su captura por los persas (verano del 260).

    Los años finales del ciclo pusieron a prueba la fortaleza de los cristianos. Su valor en el martirologio despertaban admiración en la decadente sociedad romana. Muchos de sus miembros, conmovidos por estas muestras, abrazaban la nueva fe. Esa fue una de las razones del fracaso de Decio, por eso la ofensiva de Valeriano fue mejor pensada. Su edicto de agosto del 257 proscribía toda actividad del culto cristiano.

    Es interesante notar que el cielo reflejaba la misma configuración del supuesto o arquetípico momento de nacimiento de Jesús: Plutón (Libra) oposición Urano (Aries) mediatizada por el trígono y sextil de Neptuno (Géminis), aquí se le agrega la mediación de Saturno en Acuario. El poder legal (Plutón en Libra, Saturno en Acuario) anulaba la libertad de los cristianos (Urano) quienes como corderos (Aries) se sometían al martirio para dar con ese acto, testimonio de su fe (Neptuno en Géminis).

    Por otro lado la pelea posterior, dentro de la estructura de la Iglesia, fue entre quienes se habían mantenido fieles a la idea sin abjurar (Urano en Aries), huyendo y perdiendo sus posesiones (sextil Neptuno en Géminis), y entre los que habían cedido al poder negando su fe (Plutón en Libra, Saturno en Acuario) entregando los textos sagrados (Neptuno en Géminis. El trino -sextil de Saturno y Neptuno, los dividió en aquellos que no perdonaban esa traición (Saturno) y los que sí tenían la comprensión para hacerlo( Neptuno) Así llegamos al 281, año del nuevo ciclo.

    En septiembre del 281 se realiza la nueva conjunción partil, ahora en el signo de Leo. Este cambio, siguiendo las características del signo, tendrá dramáticas consecuencias para la estructura del Imperio y de la Iglesia Cristiana. El Cristianismo, luego de una nueva persecución desatada por Diocleciano en el año 303, llegará a convertirse en religión oficial. El artífice de este cambio se llama Constantino. Él es la frontera entre la nueva religión y el cristianismo primitivo, al que quería volver Moro y al que los utopistas “soñaban despiertos” con retornar proponiendo un modelo alternativo.  
Continuará

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