Galileo Galilei:
Aunque Galileo es
contemporáneo con Kepler y, por lo tanto, comparte el final del período
Escorpio y el inicio de Sagitario, a diferencia de aquel, el pisano ya está
inmerso en la nueva concepción matemático-mecanicista del período Sagitario (X,
caída) anticipando las dos concepciones que luego representaran Francis Bacon y
Descartes.
Había
nacido el 15 de febrero de 1564 (15hs, Pisa, fuente Marc Penfield, Compact
Matrix). A los 17 años entró en la Universidad de Pisa, en la carrera de medicina,
pero se mostró muy poco interesado en ella y sí en la matemática especialmente
en los estudios de Euclides y Arquímedes. No sólo desde la faceta abstracta
sino su aplicación en el campo técnico y la observación empírica en general.
Para confirmar estas apreciaciones basta recordar “el célebre descubrimiento
del isocronismo de las oscilaciones del péndulo que realizó en 1583 y la
construcción de la balanza para determinar el peso específico de los cuerpos
realizada en 1586” [1]
Es
interesante observar la sincronicidad astrológica de estos descubrimientos, en
el primero de 1583, el Sol PS(18º3’-12º3’ Escorpio) hizo trígono al punto medio
Venus-Plutón(17º13’ Piscis) y luego a Plutón (13º52’ Piscis) y Mercurio (12º49’
Piscis), en donde Venus representa el
movimiento pendular y Plutón, dada su afinidad con el sentido de la visión[2],
representaría la observación que lleva al descubrimiento y formulación
(Mercurio) de la ley. La balanza es construida en 1586, con el Sol PS
(24º2’-18º2’) transita por el signo de la balanza astrológica, Libra.
El
punto medio y los planetas de la conjunción vuelven a activarse en 1592
(18º2’-12º2’ Virgo, oposición) cuando es nombrado profesor de matemáticas en Padua donde
desarrolló una intensa actividad especialmente en el área que nos concierne la Astronomía.
En
1608, en los Países Bajos se comienzan a
construir los primeros telescopios que proveerán la prueba experimenta para
complementar las observaciones directas de Tycho en la Supernova de 1572, los
cometas de 1577,1585, 1593 y 1596, a las
que se le suma la Supernova
de de Kepler en 1604. Desde el punto de vista galáctico es interesante notar
que, como vimos más arriba, los cometas de 1585, 1590, 1593 y 1596 se dan en el
ámbito del sextil del ASP con el SCG, introduciendo la nueva idea conmocionando
la visión ortodoxa del mundo (SCG). En la Supernova de 1604, se estaba abriendo el orbe del
ASP(27º36’ Escorpio) con el SCG(26º15’, 1º21’ orbe) pero hacía semisextil al Ápex (26º55’
Sagitario, orbe 41’ )
que en este caso termina de confirmar la ruptura de la antigua idea de la inmutabilidad
de los cielos. Por ello no es casual que
la invención del telescopio en 1608, se diera en las postrimerías del aspecto
confirmando la línea de acontecimientos previos (ASP28º16’ Escorpio; Ápex,
26º59’ Sagitario, orbe 1º17’).
En
mayo de 1609, Galileo construye el primer prototipo propio, mejorando el
original y lo aplica a la investigación del cielo. Durante ese año hace
diversos ensayos mejorando el instrumento haciendo observaciones de la Luna , las manchas solares,
los anillos de Saturno, la constelación de Orión, pero el descubrimiento
capital se produce el 7 de enero de 1610, cuando observa primero tres pequeñas estrellas alrededor de Júpiter y al
correr los días una cuarta. Se trata de
los satélites hoy llamados galileanos (Calixto, Europa, Ganímedes e Io) y en
ese momento se los consagra a su alumno y protector Cosme II de Médicis. Estas
observaciones las hará públicas el 12 de marzo de 1610 al publicar el “Siderius
Nuncios” (El mensajero de las Estrellas).
Es
interesante la coincidencia significativa del Sol PS que el 7/1/1610 se hallaba
en 0º41’ de Géminis en orbe de sextil con Júpiter natal ( 29º24’ Cáncer, orbe
1º12’) que se hace casi partil en el
momento de su publicación (Sol PS 29º36’ Tauro, orbe 12’ ) y la conjunción con Marte
(28º54’ Tauro, orbe 12’ ),
regente del MC, nos habla por un lado de su consagración (MC) y por otro de la
polémica (Marte) con los tradicionalistas (Tauro) suscitada por el
descubrimiento.
A
pesar de estas resistencias por parte de los ortodoxos, dado que confirmaba que
no todos los cuerpos giran ni alrededor de la tierra (aristotélicos) ni tampoco
alrededor del sol (copernicanos) confirmando la
abolición de la esferas cristalinas por parte de Kepler, sus observaciones
obtuvieron el reconocimiento tanto del renombrado Kepler como de los poderosos
astrónomos de la compañía de Jesús.
Sin
embargo la apertura de esta minoría no se expandió con rapidez a la mayoría y
por el contrario desató todo tipo de controversias. Algunos se negaban
directamente a mira por el telescopio, otros decían que los objetos observados
eran ilusiones ópticas creadas por el instrumento. Los más racionales, como el
cardenal Bellarmino quien intervendrá en los procesos a Galileo, admitían: “que
los fenómenos y objetos observados
estaban en el cielo,
Aunque negaban que constituyesen una prueba a
favor de las afirmaciones de Galileo.
Estos tenían toda la razón: el telescopio aportaba buenos argumentos, pero no
probaba nada.”[3]
Basado en este argumento es que Kuhn, en su clásico, admite que la
importancia y el aporte mayor de Galileo, no fue entre los iniciados de la
astronomía, cuya prueba del telescopio era superflua frente a las leyes de Kepler y las Tablas
Rodolfinas. Pero sí lo fue entre los no iniciados, quienes pudieron empezar a
acceder directamente a una mirada del universo no coincidente con lo que el
sentido común les dictaba. Aparece el observador aficionado y se popularizó la Astronomía , llevando la
inquietud a la Iglesia.
En
síntesis el telescopio no aportaba pruebas para los principios esenciales del
copernicanismo: la posición central del Sol y el movimiento de los planetas a
su alrededor, tampoco con el movimiento de rotación de la tierra. Tanto el
Universo Ptolemáico como el reformado por Brahe podían albergar las nuevas
estrellas observadas por Galileo. La cuestión de las fases de Venus, también
observadas por el pisano, eran explicadas satisfactoriamente por el sistema
ticónico. Por lo tanto concluye Kuhn: “el telescopio no probaba en modo alguno
la validez del esquema conceptual de Copérnico. No obstante fue un arma de
extraordinaria eficacia en la batalla desencadenada. No aportaba ninguna
prueba, pero era un instrumento de propaganda.”[4]
2
Miremos ahora el descubrimiento de los satélites de Júpiter desde una
perspectiva simbólica.
Así,
como vimos más arriba, Kepler descubre sus dos primeras leyes a través de las
observaciones de Marte, coincidiendo con el regente del período Escorpio
(1439,64-1618,22), Galileo hace lo propio con el regente Júpiter del período en
ciernes, Sagitario (1618,22-1796,81). De allí podemos deducir la impronta
creciente en el siguiente período, anticipando a Descartes y Bacon y finalmente
a Newton.
A la
vez, Kepler, identificado con el período anterior Escorpio y el modo de pensar
renacentista, pese a que siguió produciendo
en el inicio de Sagitario ( 1619, descubrimiento de la tercera ley,
1631,tránsito de Venus) , fue eclipsando su estrella como la supernova de las
cuales fue testigo.
Para
poder comprender mejor la sincronicidad de su descubrimiento con Júpiter, el
regente del período siguiente, explicaré brevemente la idea que Galileo
introdujo en la astronomía, o sea la noción de mecánica. Galileo elimina el
factor significado (Júpiter en Astrología) en los fenómenos celestes y
terrestres borrando la referencia antropomórfica cualitativa, separando la Astronomía de la Astrología. Galileo
interesado en el movimiento puro, toma la causalidad como una relación constate
de fenómenos (primero causa, segundo efecto) eliminado el primero desaparece el
segundo con lo cual toda noción
teleológica sobre los fines, el significado
y el sentido dejaban de existir.
Aplicado a la astronomía, él se preguntaba sobre las leyes mecánicas que
regulan el movimiento de Júpiter y Saturno y “no interrogarse para que sirven
esos dos planetas, cual es el fin en los planes del Creador”[5] Situación paradojal y aparentemente contraria
con el dotador de significado y portador
de la imagen de la divinidad para la Astrología , Júpiter.
Pero
si tenemos en cuenta que Júpiter- Sagitario al estar en X del mandala del Eón
de Piscis, se halla en caída, nos encontramos con la caída (X) del significado
(Sagitario), exactamente el nuevo significado usado por Galileo para observar los fenómenos de la Naturaleza. Como
hace notar el historiador Morris Berman, cambia las preguntas jupiterinas del
porqué y para qué al cómo, a diferencia de Kepler inmerso en el paradigma
anterior renacentista astrológico.
Una
pregunta que surge al observar su carta es de dónde sale una visión tan
concretista y desprovista de significado y emotividad, dado su stellium en
Piscis (Sol, Mercurio, Plutón y Venus) y la conjunción Júpiter –Saturno
(Cáncer, XII). Tiene sólo a Marte en Tauro (XI, destierro) y un solo planeta en
aire: Neptuno (Géminis XI), el cual lo predispondría, como a Kepler a aunar los
contenidos simbólicos (Neptuno) con los racionales (Géminis), como observamos
en Kepler que tenía la misma posición (Asc.)f. Neptuno forma una T cuadrada con
el Sol (Piscis) y Urano (Sagitario). La
Luna (20º31’, Aries) clavada en el MC (20º37’) , completan el
fuego. Ambos en trígono al CG(20º47’ Sagitario) mostrándonos sincronísticamente
el peso de la Madre Iglesia
(Luna- CG) en el destino del científico( MC).
Esta visión saturnina del movimiento, no
parecería coincidir con su pobre
posición celeste y terrestre de destierro en Cáncer y la casa XII, la
conjunción con Júpiter (regente de IX) y exaltado en el mismo signo y en
domicilio terrestre (XII), debería haber menguado esta visión que se sobrepone
a la jupiterina, como si, apelando a una metáfora alquimista, la fusión de
ambos metales el saturnino tuviera una mayor proporción, cuando en realidad es
justamente a la inversa.
Aquí
podemos observar la importancia de los puntos galácticos dado que le promotor
de la nuevas ideas, el SCG(25º42’ Virgo) está en sextil con Saturno (27º26’
Cáncer, 1º44’ orbe) pero más alejado de Júpiter
ya fuera del orbe.(29º24’ Cáncer). Este aporte parece eclipsar, al menos
en su visión científica, la influencia jupiterina, coincidiendo con la
dominante del período siguiente :Sagitario X, de allí que se pueda explicar la
afinidad personal –ya desde su tema natal además de la sincronicidad del
descubrimiento de los satélites de Júpiter- con la situación arquetípica
general del espíritu de época que continúa. La influencia de Júpiter (regente
de IX) si se sostendrá su firme creencia católica ( Luna-CG) y en los dogmas y estructuras
eclesiásticas (Júpiter-Saturno).
Al
tener en cuenta el SCG se le suma el otro aspecto que recibe este punto, el
quintil de Urano (Sagitario 7º49’, orbe 7’ ), aportando el genio matemático y separador
con la cosmovisión religiosa. Ambos planetas entraron en conflicto a través del
SCG, dado que en todo momento Galileo intentó conciliar sus observaciones con
lo que la Biblia
afirmaba (Saturno-Júpiter),pero en el momento de la publicación del “Diálogo
entre los Dos sistemas del Mundo” – diálogo encargado por el Papa Urbano para
una exposición objetiva del sistema copernicano y el ptolemáico- el 21 de
Febrero de 1632, Urano (23º46’ Virgo) iniciaba su tránsito en conjunción al SCG
(25º42’) , mostrando como el diálogo se inclinaba a una defensa del
copernicanismo y una ridiculización del
geocentrismo, provocando la ira de las autoridades eclesiásticas y por ende su
juzgamiento. El 22 de junio de 1633,
cuando se lo condena, Urano llega al partil (25º47’, orbe 5’ ).[6]
[2] Esta asociación la
demostré en mi trabajo sobre Marsilio Ficino, la Vista y los Furores Divinos,
GEA 2006
[6] Con lo expuesto podemos
dejar de lado la idea de la sobrecompensación
ocurrida ante la falta de un elemento, en este caso la Tierra y su visión concreta
de las cosas. Esta idea del elemento faltante de los astrólogos humanistas está
inspirada en la función inferior de Jung. La diferencia es que una función
inferior, como plantean los junguianos, puede desarrollarse por coerción del
hogar en el que se desarrolla el individuo, contrariando la función superior
que queda en el Inconsciente aguardando su momento. No es el caso de Galileo,
su padre músico, inicia estudios de medicina que pronto abandona en aras de la
matemática y la experimentación. La función inferior se caracteriza también por
ser reiterativa, tampoco es el caso de Galileo, cuya creatividad en el plano
concreto de la experimentación es bien
conocida como lo expuse en algunos ejemplos. La influencia del SCG en Virgo se
manifiesta en él con total claridad, aportando al reforzar a Saturno, la tierra faltante.
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