martes, 2 de octubre de 2012

La Revolución Copernicana y los Puntos Galácticos (5º parte)


Galileo Galilei:

                       Aunque Galileo es contemporáneo con Kepler y, por lo tanto, comparte el final del período Escorpio y el inicio de Sagitario, a diferencia de aquel, el pisano ya está inmerso en la nueva concepción matemático-mecanicista del período Sagitario (X, caída) anticipando las dos concepciones que luego representaran Francis Bacon y Descartes.


    Había nacido el 15 de febrero de 1564 (15hs, Pisa, fuente Marc Penfield, Compact Matrix). A los 17 años entró en la Universidad de Pisa, en la carrera de medicina, pero se mostró muy poco interesado en ella y sí en la matemática especialmente en los estudios de Euclides y Arquímedes. No sólo desde la faceta abstracta sino su aplicación en el campo técnico y la observación empírica en general. Para confirmar estas apreciaciones basta recordar “el célebre descubrimiento del isocronismo de las oscilaciones del péndulo que realizó en 1583 y la construcción de la balanza para determinar el peso específico de los cuerpos realizada en 1586”[1]

    Es interesante observar la sincronicidad astrológica de estos descubrimientos, en el primero de 1583, el Sol PS(18º3’-12º3’ Escorpio) hizo trígono al punto medio Venus-Plutón(17º13’ Piscis) y luego a Plutón (13º52’ Piscis) y Mercurio (12º49’ Piscis), en donde Venus representa  el movimiento pendular y Plutón, dada su afinidad con el sentido de la visión[2], representaría la observación que lleva al descubrimiento y formulación (Mercurio) de la ley. La balanza es construida en 1586, con el Sol PS (24º2’-18º2’) transita por el signo de la balanza astrológica, Libra.

    El punto medio y los planetas de la conjunción vuelven a activarse en 1592 (18º2’-12º2’ Virgo, oposición) cuando es nombrado  profesor de matemáticas en Padua donde desarrolló una intensa actividad especialmente en el área que nos concierne la Astronomía.

    En 1608, en los Países Bajos se comienzan  a construir los primeros telescopios que proveerán la prueba experimenta para complementar las observaciones directas de Tycho en la Supernova de 1572, los cometas de 1577,1585, 1593 y 1596,  a las que se le suma la Supernova de de Kepler en 1604. Desde el punto de vista galáctico es interesante notar que, como vimos más arriba, los cometas de 1585, 1590, 1593 y 1596 se dan en el ámbito del sextil del ASP con el SCG, introduciendo la nueva idea conmocionando la visión ortodoxa del mundo (SCG). En la Supernova de 1604, se estaba abriendo el orbe del ASP(27º36’ Escorpio) con el SCG(26º15’, 1º21’ orbe)  pero hacía semisextil al Ápex (26º55’ Sagitario, orbe 41’) que en este caso termina de confirmar la ruptura de la antigua idea de la inmutabilidad de los cielos. Por ello no es casual  que la invención del telescopio en 1608, se diera en las postrimerías del aspecto confirmando la línea de acontecimientos previos (ASP28º16’ Escorpio; Ápex, 26º59’ Sagitario, orbe 1º17’).

    En mayo de 1609, Galileo construye el primer prototipo propio, mejorando el original y lo aplica a la investigación del cielo. Durante ese año hace diversos ensayos mejorando el instrumento haciendo observaciones de la Luna, las manchas solares, los anillos de Saturno, la constelación de Orión, pero el descubrimiento capital se produce el 7 de enero de 1610, cuando observa primero tres  pequeñas estrellas alrededor de Júpiter y al correr los días una cuarta. Se trata  de los satélites hoy llamados galileanos (Calixto, Europa, Ganímedes e Io) y en ese momento se los consagra a su alumno y protector Cosme II de Médicis. Estas observaciones las hará públicas el 12 de marzo de 1610 al publicar el “Siderius Nuncios” (El mensajero de las Estrellas).

    Es interesante la coincidencia significativa del Sol PS que el 7/1/1610 se hallaba en 0º41’ de Géminis en orbe de sextil con Júpiter natal ( 29º24’ Cáncer, orbe 1º12’) que se hace casi partil  en el momento de su publicación (Sol PS 29º36’ Tauro, orbe 12’) y la conjunción con Marte (28º54’ Tauro, orbe 12’), regente del MC, nos habla por un lado de su consagración (MC) y por otro de la polémica (Marte) con los tradicionalistas (Tauro) suscitada por el descubrimiento.

    A pesar de estas resistencias por parte de los ortodoxos, dado que confirmaba que no todos los cuerpos giran ni alrededor de la tierra (aristotélicos) ni tampoco alrededor del sol (copernicanos) confirmando la  abolición de la esferas cristalinas por parte de Kepler, sus observaciones obtuvieron el reconocimiento tanto del renombrado Kepler como de los poderosos astrónomos de la compañía de Jesús.

    Sin embargo la apertura de esta minoría no se expandió con rapidez a la mayoría y por el contrario desató todo tipo de controversias. Algunos se negaban directamente a mira por el telescopio, otros decían que los objetos observados eran ilusiones ópticas creadas por el instrumento. Los más racionales, como el cardenal Bellarmino quien intervendrá en los procesos a Galileo, admitían: “que los fenómenos y objetos observados  estaban en el cielo,
Aunque negaban que constituyesen una prueba a favor  de las afirmaciones de Galileo. Estos tenían toda la razón: el telescopio aportaba buenos argumentos, pero no probaba nada.”[3]

    Basado en este argumento es que Kuhn, en su clásico, admite que la importancia y el aporte mayor de Galileo, no fue entre los iniciados de la astronomía, cuya prueba del telescopio era superflua  frente a las leyes de Kepler y las Tablas Rodolfinas. Pero sí lo fue entre los no iniciados, quienes pudieron empezar a acceder directamente a una mirada del universo no coincidente con lo que el sentido común les dictaba. Aparece el observador aficionado  y se popularizó la Astronomía, llevando la inquietud a la Iglesia.

    En síntesis el telescopio no aportaba pruebas para los principios esenciales del copernicanismo: la posición central del Sol y el movimiento de los planetas a su alrededor, tampoco con el movimiento de rotación de la tierra. Tanto el Universo Ptolemáico como el reformado por Brahe podían albergar las nuevas estrellas observadas por Galileo. La cuestión de las fases de Venus, también observadas por el pisano, eran explicadas satisfactoriamente por el sistema ticónico. Por lo tanto concluye Kuhn: “el telescopio no probaba en modo alguno la validez del esquema conceptual de Copérnico. No obstante fue un arma de extraordinaria eficacia en la batalla desencadenada. No aportaba ninguna prueba, pero era un instrumento de propaganda.”[4]


2


    Miremos ahora el descubrimiento de los satélites de Júpiter desde una perspectiva simbólica.

   Así, como vimos más arriba, Kepler descubre sus dos primeras leyes a través de las observaciones de Marte, coincidiendo con el regente del período Escorpio (1439,64-1618,22), Galileo hace lo propio con el regente Júpiter del período en ciernes, Sagitario (1618,22-1796,81). De allí podemos deducir la impronta creciente en el siguiente período, anticipando a Descartes y Bacon y finalmente a Newton.

    A la vez, Kepler, identificado con el período anterior Escorpio y el modo de pensar renacentista, pese a que siguió produciendo  en el inicio de Sagitario ( 1619, descubrimiento de la tercera ley, 1631,tránsito de Venus) , fue eclipsando su estrella como la supernova de las cuales fue testigo.

    Para poder comprender mejor la sincronicidad de su descubrimiento con Júpiter, el regente del período siguiente, explicaré brevemente la idea que Galileo introdujo en la astronomía, o sea la noción de mecánica. Galileo elimina el factor significado (Júpiter en Astrología) en los fenómenos celestes y terrestres borrando la referencia antropomórfica cualitativa, separando la Astronomía de la Astrología. Galileo interesado en el movimiento puro, toma la causalidad como una relación constate de fenómenos (primero causa, segundo efecto) eliminado el primero desaparece el segundo con lo cual  toda noción teleológica sobre los fines, el significado  y el sentido dejaban de existir.  Aplicado a la astronomía, él se preguntaba sobre las leyes mecánicas que regulan el movimiento de Júpiter y Saturno y “no interrogarse para que sirven esos dos planetas, cual es el fin en los planes del Creador”[5]  Situación paradojal y aparentemente contraria con el dotador de significado  y portador de la imagen de la divinidad para la Astrología, Júpiter.

    Pero si tenemos en cuenta que Júpiter- Sagitario al estar en X del mandala del Eón de Piscis, se halla en caída, nos encontramos con la caída (X) del significado (Sagitario), exactamente el nuevo significado usado por Galileo  para observar los fenómenos de la Naturaleza. Como hace notar el historiador Morris Berman, cambia las preguntas jupiterinas del porqué y para qué al cómo, a diferencia de Kepler inmerso en el paradigma anterior renacentista astrológico.

    Una pregunta que surge al observar su carta es de dónde sale una visión tan concretista y desprovista de significado y emotividad, dado su stellium en Piscis (Sol, Mercurio, Plutón y Venus) y la conjunción Júpiter –Saturno (Cáncer, XII). Tiene sólo a Marte en Tauro (XI, destierro) y un solo planeta en aire: Neptuno (Géminis XI), el cual lo predispondría, como a Kepler a aunar los contenidos simbólicos (Neptuno) con los racionales (Géminis), como observamos en Kepler que tenía la misma posición (Asc.)f. Neptuno forma una T cuadrada con el Sol (Piscis) y Urano (Sagitario). La Luna (20º31’, Aries) clavada en el MC (20º37’) , completan el fuego. Ambos en trígono al CG(20º47’ Sagitario) mostrándonos sincronísticamente el peso de la Madre Iglesia (Luna- CG) en el destino del científico( MC).

    Esta visión saturnina del movimiento, no parecería coincidir  con su pobre posición celeste y terrestre de destierro en Cáncer y la casa XII, la conjunción con Júpiter (regente de IX) y exaltado en el mismo signo y en domicilio terrestre (XII), debería haber menguado esta visión que se sobrepone a la jupiterina, como si, apelando a una metáfora alquimista, la fusión de ambos metales el saturnino tuviera una mayor proporción, cuando en realidad es justamente a la inversa.

    Aquí podemos observar la importancia de los puntos galácticos dado que le promotor de la nuevas ideas, el SCG(25º42’ Virgo) está en sextil con Saturno (27º26’ Cáncer, 1º44’ orbe) pero más alejado de Júpiter  ya fuera del orbe.(29º24’ Cáncer). Este aporte parece eclipsar, al menos en su visión científica, la influencia jupiterina, coincidiendo con la dominante del período siguiente :Sagitario X, de allí que se pueda explicar la afinidad personal –ya desde su tema natal además de la sincronicidad del descubrimiento de los satélites de Júpiter- con la situación arquetípica general del espíritu de época que continúa. La influencia de Júpiter (regente de IX) si se  sostendrá  su firme creencia católica  ( Luna-CG) y en los dogmas y estructuras eclesiásticas (Júpiter-Saturno).

    Al tener en cuenta el SCG se le suma el otro aspecto que recibe este punto, el quintil de Urano (Sagitario 7º49’, orbe 7’), aportando el genio matemático y separador con la cosmovisión religiosa. Ambos planetas entraron en conflicto a través del SCG, dado que en todo momento Galileo intentó conciliar sus observaciones con lo que la Biblia afirmaba (Saturno-Júpiter),pero en el momento de la publicación del “Diálogo entre los Dos sistemas del Mundo” – diálogo encargado por el Papa Urbano para una exposición objetiva del sistema copernicano y el ptolemáico- el 21 de Febrero de 1632, Urano (23º46’ Virgo) iniciaba su tránsito en conjunción al SCG (25º42’) , mostrando como el diálogo se inclinaba a una defensa del copernicanismo  y una ridiculización del geocentrismo, provocando la ira de las autoridades eclesiásticas y por ende su juzgamiento.  El 22 de junio de 1633, cuando se lo condena, Urano llega al partil (25º47’, orbe 5’).[6]



[1] Geymonant, loc. Cit., pag. 280
[2] Esta asociación la demostré en mi trabajo sobre Marsilio Ficino, la Vista y los Furores Divinos, GEA 2006
[3] Kuhn,loc. Cit., pag. 294.
[4] Ibid., pag.291
[5] Geymonat, loc. Cit., pag. 286
[6] Con lo expuesto podemos dejar de lado la idea de la sobrecompensación   ocurrida ante la falta de un elemento, en este caso la Tierra y su visión concreta de las cosas. Esta idea del elemento faltante de los astrólogos humanistas está inspirada en la función inferior de Jung. La diferencia es que una función inferior, como plantean los junguianos, puede desarrollarse por coerción del hogar en el que se desarrolla el individuo, contrariando la función superior que queda en el Inconsciente aguardando su momento. No es el caso de Galileo, su padre músico, inicia estudios de medicina que pronto abandona en aras de la matemática y la experimentación. La función inferior se caracteriza también por ser reiterativa, tampoco es el caso de Galileo, cuya creatividad en el plano concreto de la experimentación  es bien conocida como lo expuse en algunos ejemplos. La influencia del SCG en Virgo se manifiesta en él con total claridad, aportando al  reforzar a Saturno, la tierra faltante.

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