la última parte del artículo
Solo una disposición desinteresada, desapegada puede llegar a reconocer
los signos de los tiempos, y en esta actitud al no querer retener, puede
permanecer “inmutable en la mutación” como reza uno de los primeros apócrifos;
de la misma manera del que está en el “ojo” de la tormenta, y se mueve junto con
él siempre permanecerá allí. En la respuesta
esto estaría reforzado dado que la línea individual es precisamente la quinta,
o sea la línea blanda.
El dictamen habla de un tiempo favorable; un tiempo de fortaleza
interior, claridad y cultura exterior resultando en una expresión fácil de
poder y un elevado logro y riqueza.
Si adecuo este dictamen al sentido de la pregunta, interpreto que el
libo de las Mutaciones responde a la concepción basada en la idea de que
–cuanto seres humanos- somos siempre cambio, mutación, variedad, sorpresa: esto
responde a un ritmo cósmico supremo que los 64 hexagramas traducen. Como dice
Granet “es en estos símbolos gráficos donde están contenidos una sabiduría, un
poder vital.”
En la medida en que más cerca un individuo se halle de este ritmo, mayor
será la bienaventuranza percibida. En cambio, mayor será la mala fortuna, en
tanto desconozcamos, comportándonos como el hombre vulgar del que habla el
I-Ching.
El hombre noble siempre modesto (Hexagrama 15 La Modestia) una de las
virtudes más ponderadas en China- reconoce y estudia los ritmaos cósmicos que
se manifiestan en – por ejemplo- los
cambios de la naturaleza. Como lo traduce el hexagrama 49: “La Revolución
(Cambio)”: “El hombre se hace dueño de los cambios de la naturaleza cuando
reconoce su regularidad y distribuye e forma correspondiente el curso del
tiempo. Con ello se introduce el orden y la claridad en el cambio,
aparentemente caótico. De las temporadas y uno puede tomar anticipadamente las
previsiones necesarias, de acuerdo con las exigencias de las diferentes
épocas.” (ibid. Pag. 274)
De allí, según la concepción del I-Ching, el hombre noble, merced a su
claridad y orden, aún en épocas difíciles, extrae y capta lo esencial que el
tiempo requiere. Por ello la imagen de la Posesión de lo Grande reza: “Fuego en
lo alto del Cielo, la imagen de la posesión de lo grande. Así el noble frena el
mal y fomenta el bien, obedeciendo con ello la buena voluntad del Cielo” (pag.
138)
¿Qué sería el mal aquí? Perder la modestia, querer ascender como “un
dragón arrogante “(sexta línea del hexagrama 1, pag. 85), excediendo el propio
poder; saliendo del ritmo cósmico, que a la manera titánica, intenta usurpar el
lugar que no le pertenece, siguiendo una caída estrepitosa.
De la misma manera debe actuar el hombre noble en el exterior, como reza
el comentario de la quinta línea: “en tiempos de posesión de lo grande la mera
mansedumbre no es suficiente, pues podría surgir, paulatinamente, la
impertinencia. Esta aparición de la impertinencia ha de ser dignamente
mantenida dentro de sus límites y entonces la ventura será cierta.”(pag. 140)
Esta forma de accionar deriva en el hexagrama 1: “Lo Creativo” que es el
cielo repetido. La línea conectora, la quinta, reza: “Dragón que vuela en el
cielo. Es propicio ver al gran hombre.” El comentario expresa: “Aquí el gran
hombre ha arribado a la esfera de los seres celestiales. Su influjo se
extiende, visible a lo lejos, sobre el mundo entero. Todo el que lo contemple
puede considerarse bienaventurado” (pag.85)[1]
Quien posea el sentido del cambio, su influencia no podrá ser pasada por
alto. El hombre vuelve a su naturaleza celestial y actúa conforme a ella. Cada
acto es creativo y no sigue una pauta fija, sino la que el instante requiere,:
de esta forma, el hombre deviene sabio, reconoce la inmutabilidad de la
mutación, actuando en armonía con ella.
Desde un punto de vista más técnico, el quinto puesto corresponde al
gobernante; se puede interpretar que el hombre conocedor de la mutación
gobierna su vida, pero si sigo el
consejo de la línea “es propicio ver al gran hombre”, lo que se puede interpretar
como que aún a este hombre siempre le
resulta favorable consultar a un sabio, o al libro de las Mutaciones que
contiene la sabiduría total de todas la situaciones de la vida.
Aquí surge una paradoja ¿Cómo un hombre puede mantenerse inmutable en el
cambio sin alterar su esencia, perdiéndose en las innumerables y
caleidoscópicas transformaciones que la vida nos presenta?
La respuesta es, a mi juicio aún más paradójica, estaría dada en la
imagen del hexagrama 32: “La Duración”: “Trueno y Viento la imagen de la
duración. Así el noble permanece firme y no modifica su rumbo.” El Comentario
reza: “El trueno retumba y el viento sopla: ambas manifestaciones representan
lo sumamente móvil, de modo que, según las apariencias se trataría de algo opuesto
a la duración. Sin embargo, su aparición y desaparición, su avance y retroceso,
su ida y venida, obedece a leyes duraderas. Así la independencia del hombre
noble tampoco se basa en la inmovilidad o rigidez. Siempre vive de acuerdo con
el tiempo y varía con éste. Lo duradero es el rumbo firme, la ley interior de
su ser, la que determina todos sus actos” (pag.209)
Los seres humanos nacemos, según el I-Ching, con una naturaleza buena
recibida del Cielo (hex. 25 La Inocencia). Sería la perversión de esta
inocencia la que nos alejaría de estos ritmos cósmicos, y por lo tanto, de la
ley eterna de nuestro ser heredada y reflejada en el Cielo y la Tierra. El
I-Ching traza una diferencia bien marcada entre la naturaleza espiritual,
aquella que obedece al Cielo y la naturaleza instintiva. Ésta, en tanto que
irreflexiva y arrastrada por las pasiones (Hex. 29 el Agua, lo Abismal)
desembocan en el peligro que acarrea la desgracia. Confucio dice acerca de
esto: “Aquel que se aparta de la Inocencia, a dónde irá a llegar? La voluntad y
la bendición del Cielo no acompañan sus acciones.”(pag. 182)[2]
De esto se puede deducir: sólo puede poseer el cambio aquel que está
unido indivisiblemente a la inmutabilidad de la ley de su propio ser, de
naturaleza celestial. Esta naturaleza guiará a l en las innumerables
transformaciones de la realidad, en su confrontación con “los diez mil seres”,
sin apartarse de su ley interior- que paradójicamente es idéntica a la del
Cielo y la Tierra- reconociendo lo que
cada situación, aunque universal le requiere a él individualmente.
Tamaña tarea en cualquier tiempo que sea y con las influencias
deformantes de la cultura no es sencilla, contará con innúmeras desviaciones y
retornos (Hex. 24 el Retorno que en la secuencia antecede a la Inocencia[3],
hasta que logre afianzarse – como resultó en la tirada- en lo Creativo, cuya
imagen expresa: “Pleno de fuerza es el movimiento del Cielo. Así el noble se
hace fuerte e infatigable”.
El sabio, plantea el comentarista, extrae del Cielo, “el modelo según el cual deberá evolucionar
hacia una acción duradera. Ha de hacerse íntegramente fuerte, eliminando a
conciencia todo lo degradante, todo lo vulgar. Así adquiere la infatigabilidad
que se basa en ciclos completos de actividad” (pag. 82)
Reflexión Final:
La confrontación del
material teórico con el producto del azar lleva, por distintos senderos, a
resultados complementarios, coincidiendo en el cap. V (parte 1): “Que él posea
todo en plena riqueza, constituye su gran campo de acción. Que todo lo renueve
diariamente, constituye su magnífica modalidad”(pag.387)
La relación entre las dos vías es inversa, en el material sapiencial se
va desde lo cósmico y social a lo individual; en el oracular de lo personal a lo
impersonal.
Vogelmann asocia la vía sapiencial a lo yang (lo luminoso racional), la
oracular a lo yin (lo oscuro terrenal). Aplicando el concepto de mutación, lo
yang al tornarse “viejo” se transforma en yin y viceversa. Lo estudiosos del
libro en su sapiencial proponen lo que la situación requiere. Podría tal vez
asociarse a esto que un estudioso –después de largos años de labor en la faz
yang, al devenir “viejo yang”, se transforme en su contrario, incluyendo la vía
oracular (yin).
Pero también podría pensarse que un estudioso, pero por la vía práctica
de la consulta (yin), tras largos años de indagación, devenga en viejo yin,
transformándose en yang, pudiendo reconocer los principios universales
inherentes.
¿Cuál de los dos vías sería la apropiada, o son ambas complementarias?
Una analogía del campo físico tal vez nos aporte una respuesta. Está dada en la
naturaleza de la luz y su doble aspecto complementario: onda (yin)-partícula
(yang), comportándose según el fenómeno asociado de una u otra forma, en una
indivisible unidad, al igual que lo planteado por Vogelman acerca del I-Ching.
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Bibliografía
1) I-Ching, versión de
Richard Willhelm, Buenos Aires, Sudamericana, 1979 y 1998.
2) El Concepto de
Mutación, en Ocho Lecciones de I-Ching, Helmut Willhelm
3) Tao- Té-Ching, Lao
Tsé, traducción de Ch’u Ta-kao, Madrid, Morata, 1980
4) Adler O., La Astrología como Ciencia Oculta,
Kier, Buenos Aires, 1998
[1] Al Hexagrama 1, Lo Creativo, le
corresponde el período Mayo-Junio, o sea, coincidencia significativa, al signo
mutable y de las Mutaciones en la Astrología: Géminis, regido por el inquieto y
multiforme Mercurio. Confluye también
con el ascenso a la esfera de las estrellas fijas de Dante, entrando por la
constelación de Géminis. Los signos mutables son considerados “débiles” en la Astrología
Occidental, dada la preeminencia extravertida representada por los signos
cardinales. Oskar Adler los asociaba a la guna Sattva, sabiduría en la
psicología hindú, demostrando, al igual que en el I-Ching y Dante, la
importancia de este símbolo. Los alquimistas tenían como su protector y meta
del Proceso a Mercurio.
[2] Esta contraposición de ambas naturalezas
podría estar reflejada en el sistema astrológico en el doble domicilio: diurno
y nocturno de los planetas en la Astrología Tradicional. En asociación directa
con los hexagramas expuestos nos encontramos con Aries (La Inocencia, Hex. 25)
contrapuesto a su domicilio nocturno en Escorpio (Hex. 29, lo Abismal, el Agua,
hexagrama del hijo del medio).
[3] En
Ta-Chuan o Gran Tratado existe la llamada Secuencia uniendo significativamente
cada Hexagrama. Si la acción de la Cultura
ha forzado al individuo a unirse a la Comunidad (Hex 21, La Mordedura Tajante),
Pero esta unión tiene una forma, por ello le sigue la Gracia ( Hex. 22). Pero
si esta Gracia se lleva demasiado lejos, alejándote de la esencia, le sigue el
proceso doloroso de desidentificación de la Máscara (Hex. 23, La
Desintegración) y por lo tanto un nuevo retorno a lo original (Hex. 24 El
Retorno), El I-Ching reza:” Al volverse
atrás, uno se torna libre de culpa. Por eso sigue ahora el signo: La Inocencia”(pag. 600) Y desde esa nueva
inocencia se puede plantear la reeducación, por ello sigue La Fuerza Domesticadora de lo Grande(Hex.
26). Esta secuencia simbolizada por los Hexagramas se repite una y otra vez en
el Proceso de Individuación.
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